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306 RAUL FORNET BETANCOURT y que el Otro surge como O tro »90. O , como se dice líneas más abajo, « ...e l Para-sí, como sí mismo, envuelve el ser del Otro en su ser, en cuanto que está en cuestión en su ser como no siendo el O tro »91. Siguiendo la tesis hegeliana según la cual el para-sí gana la mismidad mediante la negación del otro, apunta Sartre que solamente por esta nega­ ción interna con respecto del otro se me abre un «yo-mismo»; un «yo-mismo» que soy sobre el plano de la conciencia no-posicional de sí misma. E s en el rechazo de! otro donde alcanzo mi mismidad. En cuanto realidad humana, necesito del otro para ser yo mismo. Pero para que esta negación sea verda­ deramente constitutiva de la mismidad del para-sí, para que ese «no-ser-el- otro» sea condición del sí-mismo, es preciso que ese «no-ser-el-otro» sea rea­ lizado por el para-sí mismo en forma de una elección libre y espontánea o de un acto de autodeterminación, y no que venga al ser-para-sí desde fuera en forma de una constatación hecha por un tercero, por un testigo imparcial. Con otras palabras, ese «no-ser-el-otro» debe acontecer simultáneamente con el afloramiento del ser-para-sí; éste debe ser en su ser ese «no-ser-el-otro». Sartre expresa esta idea de la manera siguiente: «...para que la conciencia pueda no ser el O tro ... es necesario que tenga que ser ella misma y espon­ táneamente ese no-ser, es necesario que se desprenda libremente del Otro y que se arranque de él, escogiéndose como una nada que simplemente es Otro que el Otro y que, por ello, se reintegra en el 'sí-mismo’. Y este arranca­ miento mismo que hace el ser del Para-sí es el que hace que haya el Otro» 92. De este pasaje debemos resaltar todavía que por este desprendimiento o negación del otro, el para-sí ocasiona la aparición del otro; hace que «haya» el otro. Sartre advierte de inmediato, sin embargo, que este ser ocasión del «hay» del otro, no se puede interpretar en el sentido de que el para-sí con­ fiera el ser al otro. Este «hay» significa más bien la aparición de un ser-otro. Que el para-sí hace «existir» el otro, quiere decir entonces que el para-sí le otorga el ser-ajeno93. Si tenemos en cuenta que en aquella negación que se realizaba a pro­ pósito de los objetos intramundanos, el para-sí se determinaba a la existencia negando de sí mismo ser tal o cual en-sí y provocaba así el «hay» ser, po­ dríamos pensar quizá que la negación interna en relación al otro no comporta ninguna diferencia esencial con respecto a esa negación que se realiza de cara a las cosas del mundo. En relación al otro, sin embargo, la negación interna experimenta una modificación esencial que consiste justamente en la reciprocidad con que aparece esta relación negativa, pues ahora, cuando se trata de la negación de otro hombre, comprobamos que el existente que es 90. EN, 343. 91. EN, 343. 92. EN, 343. 93. Cf. EN, 344.

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