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DOS TEMAS FUNDAMENTALES DE LA FILOSOFIA. 305 se objetiva en una multiplicidad, se pluraliza y se descompone; y veo en­ tonces cabezas y ojos. Sólo que con este acto de mirarlos, desaparece la mi­ rada mirante de los otros. A esta realidad prenumérica y omnipresente de los otros en la mirada, observa Sartre, conviene mejor el término impersonal del «se» (on, man) que al estado de inautenticidad de la realidad huma­ na Para Sartre, por consiguiente, el sujeto-otro que me mira es, en última instancia, ese impersonal «se». «Perpetuamente, en cualquier parte en que esté, se me mira. Ese se no es jamás percibido como objeto, se desagrega enseguida» ®. E l análisis del fenómeno de la mirada nos ha mostrado el ser-para-otro como un éxtasis de nuestra condición humana y nos ha revelado como un hecho indubitable la existencia de ese otro para el que somos. E l sujeto- otro nos acompaña siempre. Pero, ¿cuál es la relación fundamental entre nuestro ser y el otro? Tal es la cuestión que Sartre se propone resolver ahora. Sabemos ya que, según Sartre, uno de los requisitos que tiene que cumplir una teoría realmente positiva del prójimo consiste en el poder dar cuenta del otro en cuanto aquél que encontramos en lo más profundo de nuestro propio ser-para-sí como no siendo nosotros mismos. Es decir, que el sujeto- otro ha de aparecer con certeza absoluta al cogito como ése que no es yo. A nuestro parecer, la formulación misma de este requisito nos permite vislumbrar que la relación primera entre nuestro ser-para-sí y el otro tiene que ser entendida en el sentido de una conexión unitaria de ser que, como en el caso de la vinculación general entre el ser-para-sí y el ser-en-sí, se nos descubre justamente bajo el signo de una negación interna. De acuerdo a lo que reclamaba Sartre en sus requisitos segundo y cuarto, podemos anticipar la respuesta o solución a la cuestión aquí planteada: la negación interna es la figura de la estructura de la vinculación original de ser entre el ser-para-sí y el otro. Pero intentemos exponer la tematización sartreana de esta respuesta. E n este contexto Sartre llama nuevamente la atención sobre la estructura de nihilización del ser de la conciencia o ser-para-sí. No necesitamos aden­ trarnos más en este punto; ya lo hemos visto. Recordemos tan sólo que en razón de la estructura de nihilización, Sartre pudo determinar el ser-para-sí como ese existente peculiar que implica en su propio ser el ser de aquello que él no es, en tanto que él está en cuestión en su ser como no siendo ese ser. Pues bien; Sartre piensa que esas reflexiones sobre la negación interna que el para-sí realiza de cara al ser-en-sí en general, son aplicables, sin cambio esencial, a la relación fundamental entre el para-sí y el otro: «Si existe el Otro en general, es preciso, ante todo, que yo sea aquél que no es el Otro, y es en esta negación misma operada por mí sobre mí donde me hago ser 88. Cf. EN, 342. 89. EN, 342.

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