PS_NyG_1978v025n002p0271_0350

DOS TEMAS FUNDAMENTALES DE LA FILOSOFIA. 297 hace la conciencia reflexiva. Esta toma el yo directamente como su objeto, mientras que la conciencia irreflexiva lo presentiza sólo en cuanto objeto para otro. De donde se deduce que, a diferencia de lo que ocurría cuando me consideraba en la soledad de mi ser-para-sí, no tengo conciencia de mí como siendo fundamento de mi propia nada sino que «...tomo de golpe conciencia de mí en tanto que me escapo, ...en tanto que tengo mi fundamento fuera de mí. No soy para mí más que como pura remisión al otro» 69. El aspecto fundamental en esta experiencia de mí mismo es entonces que aprehendo lo que soy, mi ser como espiador, en tanto que tiene su funda­ mento fuera de mí; o sea, que lo soy como un objeto que no es para mí, como un objeto que me escapa, que no cae bajo mi dominio. En una palabra, aprehendo lo que soy como un objeto que existe por y para el otro. Al aver­ gonzarme, se me revela, pues, mi yo de espiador como aquello que soy para el otro, viéndome confrontado de este modo con una manera de ser de mi propio ser que no puedo ser para mí mismo, cual es la de ser objeto. Sin embargo, ese objeto es mi yo; yo soy ese objeto. Y no lo rechazo como si se tratase de una imagen fantasmagórica o de una pura construcción extraña a mí. Ese yo, que me aparece como objeto por la mediación del otro, es mío. No lo conozco, es cierto; pero me vivo como siendo ese objeto que es mirado por el otro, puesto que el avergonzarse, como ya se dijo, es recono­ cimiento de ser ese tipo de ser en el que el otro me ha constituido. Soy ese ser que la vergüenza me descubre. «Así, originalmente, el vínculo de mi conciencia irreflexiva con mi ego-mirado es un vínculo no de conocimiento, sino de ser. Soy, por más allá de todo conocimiento que pueda tener, ese yo que el otro conoce»70. Sabemos, pues, que mi relación con ese ser es una relación de ser: yo soy ese ser. Pero, ¿cómo me comporto frente a él? Preguntado de otra for­ ma: ¿cuál es la manera según la cual soy ese ser? En primer lugar, hay que señalar que ese ser va apegado a una cierta inseguridad. Yo lo soy, sin fundarlo en mi ser. No lo experimento ni como aquello que he de ser, ni tampoco como algo que yo era. Ni posible ni pasado; ese ser es lo que yo soy en este momento para el otro y, en cuanto tal, lo vivo en una inquie­ tante indeterminación. Las características de este ser son la indeterminación y la imprevisibilidad, dice Sartre; para añadir enseguida que estas caracte­ rísticas brotan sobre todo de la libertad del otro. Por ello, lejos de vivir ese mi ser-para-otro como una posibilidad a realizar, lo vivo más bien como una carga insoportable y aplastante que me ha sido impuesta por una libertad extraña. Es cierto que se trata de mi ser, pero tal como ha sido fijado y objetivado por una libertad que no es la mía. «Todo sucede como si tuviese 69. EN, 318. 70. EN, 319. 4

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz