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DOS TEMAS FUNDAMENTALES DE LA FILOSOFIA. 291 representa justamente la relación de ser esencial entre mí y el otro; o sea, una negación en la que sus términos — yo y el otro— se constituyen como tales en cuanto que se niegan mutuamente. De la reciprocidad que se trasluce en esta relación se desprende ciertamente que la pluralidad de los «otros» es una totalidad. Sería erróneo, sin embargo, querer deducir a su vez de esa totalidad algo así como la posibilidad de una síntesis unificadora y concilia­ dora. Sartre advierte, expressis verbis, que no entiende esta totalidad en un sentido hegeliano, sino que la comprende como una «totalidad destotaliza­ da», ya que el ser-para-otro es exclusión radical del otro51. Estos cuatro presupuetos, que conforman en realidad los rasgos funda­ mentales de la teoría sartreana sobre el prójimo, nos permiten ver que la preocupación central de Sartre es la de elaborar una teoría que sea capaz de dar cuenta de mi relación al otro en el sentido de una relación ontològica, es decir, como una relación de ser y, a la vez, de mi encuentro con el otro concreto en el terreno de lo fáctico-óntico. Nótese que para realizar esta em­ presa Sartre ha repudiado el Mitsein, y asume el ser-para como punto de partida. Con esto, nos parece, Sartre imprime a esta cuestión un matiz psico- logizante que señala de hecho no un progreso sino un retroceso con respecto a la explanación existencial-ontológica que Heidegger había hecho de la mis­ ma. Pero no es éste el lugar de decidir sobre este pleito de las doctrinas52. Intentemos ahora ver cómo Sartre quiere ofrecernos una doctrina que sea fiel a esas cuatro condiciones que acaba de plantear como indispensables para toda teoría realmente válida sobre la existencia concreta de los demás. La idea directora en el cuestionamiento sartreano de la problemática del prójimo se resume en esta frase: «On rencontre autrui, on ne le constitue pas» 53. ¿Dónde y cómo se produce este encuentro? A esta pregunta responde un análisis fenomenològico del encuentro. Pero con esto no está dicho todo. Lo decisivo radica, según Sartre, en que ese encuentro me remita por sí mismo a la relación original entre mi conciencia y la del otro; relación en la que el otro debe revelarse directa e inmediatamente como un otro sujeto, y no como un simple objeto de mi experiencia o de mi percepción. Veamos cómo es posible una experiencia semejante. Encuentro al otro primeramente en el campo de mi percepción, y no dudo de que está ahí como un objeto para mí. Ante este acontecimiento no podemos negar que la objetualidad (objectité) es una de las modalidades de 51. Cf. EN, 309-310. 52. Quizá es conveniente dejar constancia de que en el estadio de la Critique de la raison dialeclique, Sartre se aproxima bastante a las reflexiones heideggerianas en torno del Mitsein, como se muestra especialmente en los pasajes en que Sartre explica las relaciones humanas a través de la mediación de la materialidad y del campo práctico-social. 53. EN, 307.

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