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290 RAUL FORNET BETANCOURT Lo curioso en esta acusación de idealismo — que es hija de un malenten­ dido de fondo, sin duda alguna— es que está formulada por un filosofo que sigue aferrándose al cogito como al único punto de partida seguro en filoso­ fía, y que va dirigida contra un filósofo que justamente ha mostrado lo fu­ nesto que es para la filosofía partir de ese estrecho, pobre y solitario cogito. Después de este ajustamiento de cuentas con las doctrinas mencionadas, Sartre resume las condiciones fundamentales que, a su juicio, ha de cumplir una teoría del otro que tenga la pretensión de ser realmente válida. Estas condiciones o requisitos son los siguientes: 1. Rechazar el planteamiento de esta cuestión en términos de un proble­ ma de conocimiento; pues no se trata de elaborar una nueva prueba de la existencia del otro. Cualquier intento en esta dirección no conduce más que a conjeturas y probabilidades; y lo que la existencia del otro no debe ser es justamente eso, una probabilidad. La existencia del otro no se demuestra, no se conjetura; se afirma simplemente. En razón de una comprensión pre- ontológica tengo la certeza de la existencia del otro. Por ello, en lugar de procurar establecer una demostración, lo que se requiere es explicitât esa comprensión preontológica del otro en mi propio ser, hacer patente el fun­ damento de mi certeza4S. 2 . Se debe comenzar, pues, por interrogar el cogito. Es a él a quien corresponde manifestar el ser del otro en la evidencia de una necesidad de hecho. En el cogito, en la inmanencia absoluta de mi ser-para-sí es donde debe revelarse el otro. Mas no en el sentido de una estructura a priori. En mi ser-para-sí debo descubrir la existencia absolutamente cierta, evidente, de tal o tal otro concreto 49. En mi propio ser debo descubrir el ser-para-otro como una estructura o éxtasis tan esencial como mi mismo ser-para-sí. 3. El otro revelado de esta manera por el cogito no debe ser un objeto para mí, pues entonces quedaría reducido a algo que es sólo probable. El otro no me hace frente como factor coadyuvante ni para la constitución de un mundo (como creía Husserl), ni tampoco para la realización de mi sí mismo (como exponía Hegel). Hay que decir más bien que el otro «inte­ resa» a mi ser concretamente50. 4. El otro debe manifestarse alcogito como «nosiendo yo». Y esta negación, lejos de expresar una separación entresustancias ya constituidas, sur les conditions a priori de notre expérience... Et les difficultés que rencontre l’idéa­ lisme en général lorsqu’il s’agit de fonder l’existence d’êtres concrets semblades à nous et qui échappent en tant que tels à notre expérience, qui ne relèvent pas dans leur constitution même de notre a priori, s’élèvent encore devant la tentation de Heidegger pour faire sortir la 'réalité-humaine’ de sa solitude». 48. Cf. EN, 307-308. 49. Cf. EN, 308-309. 50. EN, 309.

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