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DOS TEMAS FUNDAMENTALES DE LA FILOSOFIA. 287 sentido existencial-ontológico. En mi propio ser, por tanto, soy con otro. Con esto nos encontramos frente a una doctrina que se orienta en nuestro propio ser, como reclamaba Sartre. Sería erróneo, sin embargo, querer interpretar este orientarse en la exis­ tencia peculiar en el sentido de un otorgamiento de primacía a un sujeto aislado. Una interpretación semejante nos conduciría, sin duda alguna, a la problemática de la constitución del otro a partir del yo. Pero con esto esta­ ríamos equivocando por completo la doctrina heideggeriana. Heidegger no concede ningún privilegio al sujeto. No hay ningún primado del yo. La exis­ tencia del otro no es deducida de mi existencia. El otro tampoco se desvela primariamente como lo que se opone al yo, pues «los otros son más bien aquellos de los cuales uno mismo comúnmente no se distingue, entre los cuales uno también es» ( Sein und Zeit, 118). El otro es, pues primordial­ mente aquél que va también conmigo. Un acompañante compartidor, no un oponente; y si lo puedo descubrir o encontrar como aquél que coexiste con­ migo, como aquél que está ya ahí con y también (Heidegger advierte que el Mit (con) y el Auch (también) hay que entenderlos existencialmente, y no categorialmente. Cf. Loe. cit.), es precisamente porque en mi propio ser soy Mitsein. «Este ser-coexistente de los otros es abierto sólo intramundana- mente para el Dasein y así también para los coexistentes, porque el Dasein es esencialmente en sí mismo ser-con» ( Sein und Zeit, 120). Nótese la dualidad de momentos, si se nos permite la expresión, que la estructura esencial del Mitsein envuelve. En esta estructura — que, dicho sea de paso, es para Heidegger, de igual originalidad que la del ser-en-el-mundo— tenemos, en efecto, dos momentos: el Mitsein (ser-con o ser-en-común) y el Mitdasein (ser-ahí-con-coexistente). No debemos confundirlos. Estos términos no son idénticos. El Mitsein mienta la determinación existencial de mi propio ser; el Mitdasein designa el ser del otro, la manera de ser en la que descubro al otro en el mundo (para la diferenciación de estos dos momentos, consúl­ tese Sein und Zeit, en especial las páginas 120, 121 y 125). Sartre resalta el hecho de que Heidegger, al explicar que la característica de ser del existente humano consiste en ser su ser en la forma de ser con otros, considera la relación entre mí mismo y el otro desde un ángulo completamente nuevo. En las doctrinas tradicionales, incluidas las de Husserl y Hegel, la relación al otro se explicaba por lo general bajo el signo del ser- para. El problema, ya lo sabemos, era entonces el del reconocimiento de esa otra conciencia que se oponía a la mía. Heidegger se aleja profundamente de este punto de vista: «'El ser-con’ tiene una significación completamente diferente: "con” no designa la relación recíproca de reconocimiento y de lucha que resultaría de la aparición en medio del mundo de una realidad humana otra que la mía. Expresa más bien una suerte de solidaridad ontològica para

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