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DOS TEMAS FUNDAMENTALES DE LA FILOSOFIA. 285 en el punto de vista de lo absoluto. «De aquí un optimismo ontológico paralelo al optimismo epistemológico: la pluralidad puede y debe ser supe­ rada hacia la totalidad. Pero si Hegel puede afirmar la realidad de esta supe­ ración es porque se la ha dado ya desde el punto de partida» H. Asumiendo el punto de vista del todo, piensa Sartre, Hegel se priva a sí mismo de toda posibilidad para describir la relación concreta entre mi con­ ciencia y la del otro, porque, a la manera de un espectador supremo, lo que en realidad investiga es la conexión entre las conciencias de los demás, entre conciencias que son objetos para él y que, desde la perspectiva en que se ha situado, resultan equivalentes entre s í35. Frente a este punto de vista totalizador, Sartre reclama la necesidad de volver a la interioridad, a mi propio ser concreto, para plantear el problema de la existencia de los otros a partir de mi mismo ser. Y no se piense que con esto se renuncia al progreso establecido por Hegel para recaer de nuevo en la problemática de la constitución del prójimo, tal como se vio en Husserl. De ninguna manera. Sartre precisa que por ese retorno a la interioridad del cogito — la cual es, para él, el único punto de partida seguro— hay que entender «...que cada uno debe poder, partiendo de su propia interioridad, reencontrar el ser del otro como una trascendencia que condiciona el ser mis­ mo de esa interioridad»36. Heidegger, es cierto, no toma el cogito como punto de partida. Pero en su doctrina parece que se cumple la exigencia sartreana que acabamos de mencionar y que requería la vuelta a mi propio ser concreto, pues el Dasein que Heidegger quiere hacer explícito en sus estructuras es ese existente que es siempre y en cada caso el mío propio. Se sabe que, para Heidegger, la constitución fundamental del Dasein es el ser-en-el-mundo. Tal es el rasgo esencial con el que se nos manifiesta inmediatamente el Dasein. El ser-en-el- mundo es, en lenguaje heideggeriano, el primer existencial. Es preciso notar, empero, que este existencial no mienta la constatación de un simple estado de hecho. Ser-en-el-mundo anuncia más bien que el Dasein no puede existir si. no se encuentra intrínsecamente vinculado a algo que él no es; o, con otras palabras, que la ligazón al mundo — que es lo otro exterior ya orga­ nizado— pertenece constitutivamente al Dasein. La analítica del Dasein se hace en base a esta constitución fundamental. El ser-en-el-mundo, nos dice Heidegger, es un fenómeno único, unitario, pero complejo en su constitu­ ción. En esta estructura fundamental, si bien se impone tener presente siem­ pre que es una unidad, se pueden distinguir los tres elementos o momentos estructurales siguientes: 34. EN, 299. 35. Cf. EN, 300. 36. EN, 300.

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