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SAN FRANCISCO DE ASIS. 181 sería la sabia de los teólogos, sino la sencilla, sincera e inspirada en el cielo m . Las «bienaventuranzas» de S. Francisco 376 también nos sirven para vol­ ver a subrayar algunas virtudes que estaban más altas en la estimación del santo y definen su espiritualidad. Agrupando las catorce o quince bienaven­ turanzas del Opúsculo sobre los avisos espirituales, diríamos que pueden reducirse a cuatro virtudes principales: la caridad para con Dios 377, la cari­ dad para con el prójimo 378, la humildad 379 y la prudencia 3S0. Omitimos otro capítulo de estudio — como el matiz con que el francis- canismo entiende las principales virtudes religiosas381, y los vicios que más disgustaban a S. Francisco 382— , por considerarlo menos necesario para nues­ tro propósito y evitar así la prolijidad. 3) Múltiple mensaje de S. Francisco al mundo actual Podemos distinguir aquí un tipo de mensaje permanente a la Iglesia de todos los tiempos — y que tiene hoy vigencia tal vez especial— , de otro género de mensaje que se dijera tiene como especial destinatario nuestro s. xx, aunque posiblemente en otras épocas de la historia pueda haber tenido menor vigencia. Comencemos por el primero. a) Mensaje «permanente» de S. Francisco a la Iglesia de todos los tiem­ pos, y con especial vigencia en el mundo actual. Yo concretaría este mensaje en tres formulaciones concretas: mensaje de amor, o de no-violencia; men­ saje de vuelta permanente al Evangelio «sin glosa»; y mensaje sobre el misterio de la cruz, concretamente en las virtudes de pobreza v penitencia. aa) Mensaje de «amor », o de « no-violencia». Se ha dicho con agudeza que Jesucristo vino al mundo a hacer la revolución más grande que ha co­ nocido la Historia, pero en la que no se derramó más sangre que la suya 375. Anasagasti, o . c ., 306-314. 376. A visos Espirituales X IV -X X V III [BAC 37-40], 377. A visos Espirituales-, Bienaventurados los pacíficos (c. XV ), los limpios de corazón (c. X V I), los que devuelven y entregan todos los bienes al Señor (c. X IX ), los religiosos que hallan placer y alegría en las palabras y obras del Señor (c. X X I). 378. Bienaventurados los que sufren a su prójimo (c. X V III), los que aman a sus hermanos, tanto cuando están enfermos y no pueden recompensar sus servicios, como cuando están sanos y pueden corresponder (c. XXV ), los que no dicen a espaldas de su prójimo y cuando está lejos, lo que no podrían decir de él viviendo en su com­ pañía (c. XXV ). 379. Bienaventurados los pobres de espíritu (c. X IV ), los humildes (c. X V II y XX ), los que reciben bien las correcciones (c. X X III) , los que se comportan entre sus súbditos, como entre sus superiores (c. X X lV ), los que esconden en su corazón los dones del Señor (c. XXVTTI). 380. Bienaventurados los circunspectos en el hablar y responder (c. X X II). 381. Ver en T ria rte de Aspurz: la oración franciscana (o. c., 77 ss.), el vivir en castidad (83 ss.), la pobreza y humildad (97 ss.)., la sencillez (141), la hermandad interna o fraternidad (261 ss.), la obediencia caritativa, con su posible riesgo (219), el apostolado franciscano (241 ss.). 382. Motivo de expulsión era la pereza-, a lo que Koser (o. e., 32) añade, como sujetos especialmente ineptos: los ambiciosos, los inclinados a la vanagloria, los egoís­ tas, los comodones, los envidiosos, los celosos, etc...

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