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SAN FRANCISCO DE ASIS. 177 fundó, sino su espiritualidad. Precisemos, pues, primero en qué consiste el «franciscanismo» — el que ha recogido la esencia del espíritu de S. Fran­ cisco — , y como consecuencia veamos, dentro de ese modo de concebir la vida, cuál es el mensaje que, trascendiendo el tiempo, sigue hoy vigente en nuestros tiempos actuales. 1 ) Qué es el franciscanismo No es tarea fácil condensar en cortas líneas lo que encierra un contenido tan rico como la espiritualidad franciscana. Metodológicamente el francisca­ nismo debe captarse en la vida de S. Francisco y de sus primeros compañeros, en su Regla, en las cualidades que exigió siempre Francisco en sus frailes (y especialmente en el Ministro General, que debe ejemplarizar las característi­ cas de la Orden), y en las virtudes que recomendaba el santo a sus primeros compañeros al enviarlos a misiones apostólicas. Es interesante la descripción que hace Iriarte de Aspurz del proceso que comienza en el carisma fundacional, y acaba en la institucionalización 354. Re­ sumámoslo. No todo fundador es carismàtico, o un ser fuera de serie. «La acción del Espíritu se vierte sobre las disposiciones humanas, que señalan a cada bautizado una orientación hacia tal o cual servicio a la comunidad, y sobre esa vocación general, no meramente aptitudinal, de todo cristiano a la santidad y al apostolado, brota un destino profètico... E l Espíritu espera la coyuntura que le ofrece el instrumento autónomo... Generalmente la co­ yuntura es la conversión-, un viraje radical y doloroso en la vida». Cada fun­ dador siente simultáneamente una profunda experiencia evangélica y una llamada a dejarlo todo. E l género iniciado por el convertido es para los hombres de buena voluntad una promulgación nueva del Evangelio. «El ca­ risma de fundación se manifiesta entonces en los discípulos, que se van agru­ pando en torno al iniciador... En la primera generación de los grandes ins­ titutos religiosos hay un claro predominio de la presencia del carisma. Por eso los fundadores de mayor altura, han sido lentos, cuando no reacios, en avanzar hasta una organización y una legislación definitivas. Temían cohibir la apertura al Espíritu con estructuras demasiado hechas». Hay además un enriquecimiento recíproco entre el fundador y los primeros compañeros 355. A l estadio carismàtico sigue el institucional. «La Regla se impone al fin como una necesidad». Pero: «El juridicismo amenaza ahogar al carisma. Y para restaurar la armonía entre carisma e institución se hace necesaria la reforma, con su tanto de rebeldía». 354. O. c„ 11-15. 355. M a tura precisa que: «Es necesario distinguir [en tre ]... el carisma perso­ nal de Francisco, y el del grupo inicial salido de él». «La aventura franciscana fue vivida de una forma única, ejemplar, por aquél que le dio su nombre: Francisco»: ¿P uede vivirse boy la aventura franciscana?, en Selecciones de Franciscanismo 3 (1974) 277.

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