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a la Iglesia, que — repitamos, en la intención providente de Dios — no vaya dirigido exclusivamente a los coetáneos del santo, sino que sea intemporal, y aun que tal vez esté dotado de especial validez en nuestros días. Nuestra respuesta es claramente positiva, y creemos que en un mundo — como el nuestro— lleno de agresividad y de ansias desordenadas de pose­ sión de bienes (por fijarnos sólo en dos notas de las más sobresalientes), ha de tener mucho que decir S. Francisco. Pero es que de hecho y a posteriori constatamos que S. Francisco sigue hoy atrayendo, de un modo u otro, a muchas almas, y puede decirse sin restricción alguna, que es un santo actual. Se ha hablado de una cierta franciscofilia del s. xix, y de que los alemanes Goerres y Kars von Fiase, junto con los franceses Michelel, Renán y Sabatier, tuvieron el mérito de que S. Francisco haya promovido hoy entre la gente culta la simpatía de que goza, y de la que participa en general el pueblo cris­ tiano. Más aun, la gran variedad de corrientes que existen hoy mismo en la búsqueda del auténtico franciscanismo, nos está diciendo que S. Francisco sigue hoy interesando 352. Y aun personas autorizadas no dudan en afirmar que en este momento de «hodiernamiento» que inició el Vaticano II . y por razón del mismo, S. Francisco y el franciscanismo siguen teniendo una fuerza especial de atracción en el mundo religioso actual 353. Delimitando más el tema, podemos decir, ya desde el principio, que lo que atrae al hombre de hoy en S. Francisco no es ciertamente el tosco hábito, la descalcez, o el carácter inicialmente mendicante de la Orden que fundó; sino, en general, su mensaje de sencillez y aun simplicidad sin pompa de nin­ gún género, su mensaje de mansedumbre y amor, y otros elementos que he­ mos de examinar; no es la historia externa lo que hoy interesa, o la crono­ logía exacta de su vida, o los avatares por los que pasó la obra ingente que ser eso verdad, «en sentido estricto» no habría mensajes «intemporales» —como esta­ mos defendiendo— , de los grandes santos a la Iglesia, destinados a todos los tiempos. Sin embargo, S. Francisco sigue de hecho influyendo hoy en la Iglesia, no preci­ samente por el m odo de entender determinadas virtudes —modo siempre cambiante con el tiempo— , sino por el relieve especial que dio a determinadas virtudes sobre otras, como vamos a ver. Un poco de relativismo va bien en Ascética —como quisimos pro­ bar en nuestra Introducción a la A scética Diferencial — , pero éste tiene siempre un límite, ya que de lo contrario deberíamos decir que el mismo Cristo con su Evan­ gelio. sometido igualmente al influjo de las coordenadas espacio-temporales, tuvo un carisma y un modo de hablar y actuar, que hoy resulta inalcanzable, e imposible de poner en práctica. 352. Á. G iiinato, O rientaciones actuales de la literatura sobre S. Francisco de A sís, en Selecciones de Franciscanismo 1 (1972) 26-32. El autor enumera seis corrientes diversas en que pueden encuadrarse los estudios modernos sobre el santo: la empí­ rica, la histórico-crítica interpretativa, la crítico-literaria, la psicológico-actual, la laica, y, en fin, la sintética. Y el mismo autor, en otro artículo, reúne en cuatro grupos, la orientación de los estudios actuales sobre S. Francisco: orientación histórica, siste­ mática, vital y de transferencia (o de traducción al lenguaje moderno de la realidad franciscana originaria): A. G iiinato, La espiritualidad franciscana hoy, en Selecciones de Franciscanismo 3 (1974) 226-232. 353. Koser, El Franciscanismo y su fuerza de atracción en el mundo de hoy, Va­ lencia 1973 (en varios pasajes). 176 ALEJANDRO ROLDAN VILLER

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