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SAN FRANCISCO DE A S IS . 113 que: «E l lobo, bajando la cabeza dio señal clara de que lo p rom etía» , y que «alargando S. Francisco la mano p ara recibir el testim onio de la prom esa, el lobo levantó la pata d elan tera y la puso sobre la mano de S. Francisco, dándole la señal de fe que le pedía» (Ib .). H echa esta advertencia — previa e im po rtan te— , usaremos las fuentes hoy críticam ente adm itidas p o r los au tores, sin hacer m ayor problem a de su estricta histo ricid ad en todos y cada uno de sus pormenores, dejando a la u lte rio r «crítica in tern a» la labo r d e depuración de todo s los textos, en cuan to ésta sea p o sib le 24. c) Añadam os, finalm ente, en esta introdu cción , que la inhibición que dijimos era obvio se n tir al saber que, en m enos de un siglo, se han escrito más de 3.000 estudios erud ito s sobre S. Francisco25, no puede afectarnos mucho a no sotro s; ya que vamos a enfocar al santo b ajo la nueva luz que nos ofrece la T ipología; tem a sobre el que no sabemos se haya escrito nada h asta el presen te. E l plan qu e seguiremos tien e dos p artes b ien delim itadas: I. S. Francis­ co de Asis y la Tipología ; I I . Misión de S. Francisco en la Iglesia a la luz de la Tipología y de la Historia. I. SAN FRANC ISCO D E ASIS Y LA T IP O L O G IA T res son los temas que ocuparán ahora n u estra atención: el «Somatoti- po» , el «P sico tipo» y el «H ag io tipo» del santo. Los datos que nos ofrecen las fuentes son más abundan tes — como es obvio— en o rden al H ag io tipo , menores p ara el P sicotipo, y todavía más reducidos p ara el Som atotipo. Co­ mencemos po r este últim o . 1. S om a totip o de S. F r a n c is c o de A sís Las fu en tes d e inform ación de que disponemos son dos: a) La descrip­ ción que algún com pañero del santo nos dio de su aspecto físico; b ) y algún re tra to suyo qu e conservamos. D e suyo tiene más v alor, en o rd en a estud iar el som atotipo, un re tra to que una narración descriptiva. E sta es, las más de las veces, vaga e imprecisa, m ien tras que aquél nos ofrece, p o r su m isma natu raleza, un a m u ltitu d de datos, que son muy valiosos en o rden a una valoración «cu an titativ a» . D ecir, p o r ejemplo, de u n sujeto que tien e cabeza 24. Para el lector iniciado en la dirección actual de la Teología crítica, no estará de más advertir que, a pesar de las semejanzas superficiales entre el caso de la mito- logización cierta de la literatura franciscana de los siglos xm y xiv, y el de la supuesta mitologización de las narraciones evangélicas, las diferencias son sustanciales. Pero la trascendencia del tema nos autoriza a omitir aquí la prueba de esta afirmación, que nos obligaría a apartarnos demasiado de nuestro tema. 2 5 . E n g le b e r t , o . c „ 9 . 8

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