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166 ALEJANDRO ROLDAN VILLER Hemos examinado el hagiotipo de S. Francisco, y aunque nos hubiera gustado poder consignar junto a las virtudes, también sus defectos tempera mentales, ya que los defectos vienen a ser el «fondo» del cuadro, sobre el que resaltan mejor las virtudes como «forma», son tan parcos los ha- giógrafos en facilitarnos datos de este sector caracterológico (por su tenden cia a la idealización de su protagonista ) m , que omitimos este posible apar tado de nuestro estudio. Buscando una fórmula numérica aproximada — al estilo sheldoniano— , del hagiotipo de S. Francisco, diríamos que es un 1.° -3.° componente; y queriendo puntualizar más, un 6-4-5. Su caridad afectiva universal hacia todo y hacia todos, su carácter contemplativo y místico, su mansedumbre, y su alegría espiritual, justifican plenamente esa alta puntuación de un « 6 » en el primer componente. Y , por cierto, que — así como dijimos del psico- tipo— es la puntuación que confiere a sus poseedores un certificado de la más sana espiritualidad y menos propicio a desviaciones. Por otro lado, su casi obsesión por seguir al pie de la letra y sin glosas el Evangelio — como ley interna de caridad— y su ansia de perfección, que sólo conocía como límite la imitación perfecta de Jesucristo, aunque sin las estrecheces angus tiosas de corazón, propias del tercer componente extremo, sino con un espí ritu esponjado, justifican el «5» de este componente. E l segundo componente hagiotípico está representado, sobre todo, por su espíritu misionero y la vida dura de austeridad y penitencia; aunque la ausencia de algunas virtu des del segundo componente (tal vez debidas a la falta de rasgos ofrecidos por los hagiógrafos), explica la valoración de «4» en este componente. Reuniendo los datos logrados en este estudio de carácter tipológico, po demos decir que S. Francisco tiene: — Somatotipo ................................. S = 2-5-4 — Psicotipo o Temperamento ........ T = 6-5-3 — Hagiotipo .................................... K = 6-4-5 322.En la Leyenda de los tres compañeros, n. 2 [BAC 708] se nos presenta al joven Francisco, como «dado a los juegos y cantares»; como «vanidoso y rumboso en gastos»: «gastaba sin miramientos en los vestidos»; como comilón y dilapidador: «era enel gastar tan liberal, que todo cuanto podía tener y gastar, logastaba en convites y otras cosas». Por su parte, en I C elano , nn. 1 y 2 [BAC254-255], se le presenta a Francisco lanzándose: «a toda suerte de disoluciones y... satisface sus malos instin tos». Englebert (o. c., 61) cita testimonios de la época del santo, o de la inmediata mente posterior, que presentan al joven Francisco, como: «gran pecador y... harto de placeres carnales» (Cardenal Eudes de Cháteauroux); y de los que le elogian, como Gregorio IX : «por haber abrazado la castidad, después de haberse entregado a las seducciones del mundo». Con todo, Englebert (Ib., 63) no se suma a ellos, dado el gusto de la época de hacer resaltar en los santos el cambio radical y espectacular de su conducta como efecto de la gracia. 6) Fórmula del hagiotipo de S. Francisco
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