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SAN FRANCISCO DE A S IS . 163 Descritos los tres grados de obediencia franciscana, conviene nos fijemos en el fundamento de la concepción de esta virtud. Para Francisco la obedien­ cia es «hermana» de la caridad 303. Declarando Koser la obediencia francis­ cana, subraya el factor de voluntariedad o libertad: «Cuando un fraile se siente coaccionado por la obediencia, está ya fuera del tipo franciscano de obediencia; la obediencia franciscana es un acto libre: "Yo lo quiero así. No obedezco porque me obligan, sino porque quiero obedecer” » 304. Por eso Koser recuerda el n. 4 de sus Constituciones: «Así, pues, no sólo se sienten obligados por un vínculo externo de preceptos y leyes (el aspecto jurídico), sino más bien profesan el deber de someterse internamente a la ley de la caridad y de la gracia» 305. Por consiguiente, en la obediencia franciscana, más que los «preceptos» debe guiar «la interna ley de la caridad». «Por lo que hemos expuesto — dice Koser — creo que la Orden entra en las categorías, un poco indefinibiles, de los grupos que hoy día se llaman informales. Para nosotros, las estructuras sí deben existir, porque somos un grupo, y sin ellas el grupo no subsiste; pero son de mínima importancia real y concreta» 306. Por eso, dice un autor que la obediencia franciscana es más horizontal que vertical: «El fundador se mostró siempre reacio a una jerarquización ver­ tical. temiendo por los valores de la fraternidad» 307. Más aun, interpreta la I Regla 308 afirmando que «coloca a los superiores bajo la vigilancia fraterna y la corrección eficaz de los súbditos» 309. E l serio riesgo de este modo de obediencia, lo reconoce el autor citado: la indisciplina 3I°. E l mismo S. Fran­ cisco vio este peligro, pero no por eso volvió atrás, aunque trató de evitar­ lo » 311. Resumiendo, pues, lo expuesto, diríamos que en la progresión de los tres grados de obediencia que propone S. Francisco, lo que prima es el «mo­ tivo». La obediencia primera es de pura sumisión pasiva; la segunda es de sumisión activa; y la tercera es de caridad. En este sentido diríamos que la obediencia franciscana es más del primer componente hagiotípico. «La fra­ ternidad de los menores no es una estructura familiar presidida por el pater­ familias, sino una agrupación de hermanos perfectamente nivelados y com­ prometidos en el mutuo servicio, estrechados con un afecto superior al que una madre tiene por su hijo ( II, Regla, c. 6 ). Por eso, encaja mejor el papel 303. Saludo a las V irtudes [BAC 59]: «¡Dama santa Caridad! Dios te guarde con tu hermana la santa Obediencia». Y, como explica allí el santo, son estas virtudes inseparables, de suerte que quien tiene una tiene la otra, y quien ofende a una ofende a la otra. 304. E l Franciscanismo y su fuerza de atracción en el mundo de hoy, Valencia 1973, 16. 305. Id., o . c., 17. 306. Id., o . c ., 22. 307. Ir ia r te de Aspurz, o . c ., 220. 308. I Regla, c. 4 y 5 [BAC 6-7], 309. Id., o . c „ 219. 310. Id., o . c „ 234. 311. Id., o . c ., 235.

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