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160 ALEJANDRO ROLDAN V IL L E R píos concretos de prudencia que el santo mostró a lo largo de su vida. Basten — para nuestro intento— algunos casos, como los aducidos. b) Del comportamiento segundo-tercero. Penitencia-vencimiento-austeri­ dad. Grande era el aprecio que tenía S. Francisco de la penitencia y venci­ miento, como lo muestra la recomendación que hace de ella a los suyos, y, sobre todo, la práctica durísima que usó en el ejercicio de estas virtudes. Cuando reúne a sus frailes para enviarles «a predicar por las cuatro partes del mundo», les dice: «Id anunciando la paz a los hombres; predicadles la penitencia para alcanzar la remisión de los pecados; sed pacientes en la tri­ bulación... sufridos en la adversidad» 285. Y cuando funda la Orden Tercera para ampliar el radio de su acción apostólica, sin aumentar en exceso el número de sus frailes, le pone por título: Fraternidad de Penitencia. En esta Tercera Orden quiso recoger a todos los hombres y mujeres que, sin llegar a ser religiosos «empeñábanse en sus propias casas en una más estrecha vida de penitencia» 286 Pero indiquemos someramente cómo Francisco practicó la penitencia de modo eminente. En cuanto a la «calidad» de la comida, nos dice Celano que: «Nunca, o rarísima vez, admitió manjares cocidos, y si no podía recha­ zarlos, los espolvoreaba con ceniza, o por lo menos acedaba su sabor con agua fría» 287. Por lo que se refiere a la «cantidad», la Regla de los ayunos, que escribió para sus frailes — sin ánimo de imponerla obligatoriamente, aunque él la guardó escrupulosamente— , era ciertamente dura: un ayuno prolonga­ do desde la fiesta de Todos los Santos hasta la Navidad; mas una cuaresma, comenzando el día de la Epifanía; mas otra (la de la Iglesia) hasta la Re­ surrección; mas el ayuno de los viernes de todo el año 288. Además en el Monte Alvernia se preparó a recibir el precioso don de las llagas con una cuaresma «sobre la fiesta de la Asunción» 289; y en una isla del Lago Tra- simeno, pasó una cuaresma sin comer más que medio pan en todo ese tiem­ po 290. Por lo que se refiere al «sueño», solía dormir en la dura tierra, cu­ bierta solamente de duro paño, y muchas veces sentado y sirviéndose de un tronco o piedra como almohada291. En cuanto a la mortificación corporal, nos consta también que maceraba su cuerpo, aunque no sabemos que hiciese los excesos que conocemos de otros santos 292. Sobre su vencimiento baste recor­ dar la sanción que se impuso por una presunta falta de haber dado mal ejem- 285. B uenaventura , c . 3, n. 7 [BAC 480]. 286. Sarasola, o . c ., 423; Leyenda de los tres compañeros, n. 60 [BAC 736-737]. 287. I C elano , n. 51 [BAC 283]. 288. I I Regla, c. 3 [BAC 23]. 289. Florecillas I I , Cons. 2 [BAC 181], 290. Florecillas 1, c. 6 [BAC 94]. 291. I C elano , n. 52 [BAC 283], 292. Florecillas I I , Cons. 2 [BAC 181],

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