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154 ALEJANDRO ROLDAN V IL L E R te su culpa y crueldad, y rogándolos que temieran a Dios y no hiciesen ya más daño al prójimo. Ante esta conducta se ablandaron los ladrones y se presentaron espontáneamente a S. Francisco, que los recibió caritativamente; y, convencidos por los buenos ejemplos de los frailes, hasta llegaron algunos a ser admitidos por el santo en su Orden, donde perseveraron hasta la muer­ te (Ib .). Ante este hecho, ya no cabe hablar de simple «mansedumbre», sino de una «bona voluntas hypostatica». Secuelas de la mansedumbre — ya que vienen a ser su efecto— son la comprensión y la condescendencia. Por poner sólo dos ejemplos (aunque ya citados): llegó en cierta ocasión Francisco, en día de ayuno, a tomar alimento sólo para que los frailes enfermos no se avergonzasen de tomarlo 248; y, en otra, estando él a la muerte, hizo llamar a la señora Jacoba de Sietesolios, que era muy devota de la Orden, porque si «supiese mi muerte sin haber estado presente, lo sentiría demasiado» 249. Tuvo contadas veces sus golpes de dureza, cuando se sentía acuciado por la gloria de Dios — al igual que Cristo arrojó del templo a los mercaderes— ; pero eso no mermó en nada su habitual mansedumbre. En su misma Regla ordena que «si alguno errare en la fe y vida católica en palabra o en obra, y no se enmendase, sea totalmente lanzado fuera de nuestra fraternidad» 25°; y en sus cartas llama «malditos» a «los que no quieren gustar cuán suave es el Señor... no queriendo observar los mandamientos de D ios»251. f) Paciencia. La paciencia es la ciencia de la paz, y ésta no la perdió el santo aun en medio de sus muchas enfermedades y tribulaciones 252. Tan pre­ sente tuvo en su ánimo esta virtud, que en todas sus predicaciones comen­ zaba con estas palabras: «El Señor os dé la paz» 253 — como aseguró a los suyos haberle revelado el Señor que lo hiciera 254— ; por lo que ordenó a sus frailes que al predicar fuesen siempre «anunciando la paz a los hom­ bres» 255. 2) Virtudes del segundo componente hagiotípico. Prasotonía a) Celo apostólico. Es esta una virtud central en el segundo componente hagiotípico, y de la que Francisco fue especialmente dotado. Las misiones, concebidas como «cruzadas pacíficas» contra los infieles, ya dijimos que fue­ ron idea del Santo de Asís; y la dificultad de esta empresa queda de mani­ fiesto en el hecho de que la primera expedición a Marruecos terminó con el martirio de sus frailes. La Orden franciscana cuenta con numerosos de sus 248. I I C elano , n. 175 [BAC 436]. 249. Florecillas I I , Cons. 4 [BAC 196]. 250. I Regla, c. 19 [BAC 15]. 251. Carta 2.“ [BAC 43]. 252. B uenaventura , c . 14, nn. 1 y 2 [BAC 554-555]. 253. B uenaventura , c . 3, n. 2 [BAC 478], 254. Leyenda de los tres compañeros, n. 26 [BAC 721], 255. B uenaventura , c . 3, n. 7 [BAC 480],

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