PS_NyG_1978v025n001p0107_0189

148 ALEJANDRO ROLDAN V IL L E R media noche para orar devotamente con lágrimas y suspiros» 205. Más aun, su actitud general, de estar atento habitualmente para escuchar las inspira­ ciones de Dios — «y en tanto que duraban, procuraba gozar de la dulzura que le comunicaban» 620— ; así como la afirmación de Celano de que su ora­ ción continua no estaba sujeta a horarios ni normas, sino que «no era poca, ni vacía, ni presuntuosa, sino larga, por el tiempo que en ella empleaba; provechosa, por el sentimiento; reposada, por la humildad; si la principiaba por la tarde, no le ponía término hasta casi el amanecer; ora caminase, ora estuviese sentado, comiese o bebiese, seguía su oración» 207; nos dicen que su oración debía ser contemplativa; es decir, un prolongado y cálido comu­ nicarse con Dios, en el que predomina el estado afectivo sobre la medita­ ción conceptual. Fray Bernardo un día en que, de viaje, durmió en el mismo cuarto de Francisco, fingió esrar dormido, y observó cómo el santo se levan­ taba del lecho y se ponía a orar: «Y así estuvo hasta la mañana, llorando a lágrima viva y repitiendo siempre: «¡Dios mío!, sin añadir más» 208. Sabemos también que del continuo llorar de consuelo en la oración y la mucha peni­ tencia: «había quedado casi ciego, y veía muy poco» 209. No podemos dudar del carácter contemplativo de la oración del santo, aunque — como es natu­ ral— no podía imponer a sus frailes que siguiesen por sus caminos extraor­ dinarios de oración. Recomendaba a los demás una oración que pudiéramos llamar afectiva: un método de «abrirse amorosamente al sumo Bien» 21°. «La oración mental — nos dice Iriarte de Aspurz — no es el único cauce, ni siquiera el primero, de la piedad franciscana. La oración litúrgica ocupa, si no la mayor parte del tiempo, al menos la principal atención»211. Y a los legos, que no rezaban el Oficio Divino, les ordenaba que rezasen, en susti­ tución de él, 76 Padrenuestros cada d ía212. Se trataba de una oración — nos dice S. Buenaventura hablando de la oración franciscana— : «más bien men­ tal que vocal, pues carecían de libros litúrgicos para recitar las horas canó­ nicas del Oficio divino... Les enseñó también a alabar a Dios en todas sus criaturas» 2,3. Por todo lo dicho, no podemos dudar de que la oración per­ sonal de S. Francisco fuese predominantemente contemplativa, y — como les dijo a sus frailes en cierta ocasión— : «reconozco haber recibido gracia más abundante para orar que para hablar» 2M. 205. Leyenda de lo s tres compañeros, n. 41 [BAC 728]. 206. B uenaventura , c . 10, n. 2 [BAC 528], 207. I C elano , n. 71 [BAC 294]. 208. Florecillas I, c. 1 [BAC 84], 209. Florecillas I, c. 2 [BAC 86]. 210. Ir ia r te de Aspurz, o. c., 78. 211. O. c„ 80. 212. I Regla, c. 3 [BAC 5 ]; I'I Regla, c. 3 [BAC 23], Es decir: 24 Padrenuestros en vez de Maitines; 5 en vez de Laudes; 28 por las Horas menores (7 por cada una); 12 por Vísperas, y 7 por Completas. 213. B uenaventura , c . 4, n. 3 [BAC 484] 214. B uenaventura , c . 12, n. 1 [BAC 539],

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz