PS_NyG_1978v025n001p0107_0189

146 ALEJANDRO ROLDAN V IL L E R de Aspurz delimitar los rasgos más característicos el tipo de «fraternidad» creada por Francisco — distinguiéndola de la comunidad benedictina, agusti- niana, premostratense y dominicana 186— , da estos rasgos como los más llama­ tivos de la Fraternidad franciscana: 1 ) Cristo es el centro vivo de la frater­ nidad; 2) vitalizada por la Palabra: la de Dios y la de cada hermano (sobre todo eliminando la detracción); 3) alimentada con la oración, sobre todo comunitaria; 4) fundada en la caridad evangélica187; 5) en la mutua acep­ tación de los hermanos; 6 ) en la nivelación total entre los componentes del grupo; 7) en la mutua apertura y compenetración del mismo; 8 ) y, en fin, en una caridad tierna, cordial y sacrificada l88. De la primera comuni­ dad fraternal nos dice Celano que: «Deseaban verse reunidos, gozaban en la compañía y constituía grave pena para todos el separarse, aun por breve tiem­ po» l89. La calidad de este amor mutuo, queda reflejada en la anécdota de aquellos frailes, que encontraron en un camino a un loco que empezó a arrojarles piedras: «Al ver uno de los religiosos, que las piedras hacían blan­ co en el compañero, se interpuso para recibir el golpe de las mismas, prefi­ riendo ser herido a que lo fuese el hermano» l9°. bb) Amor a los pobres. Ya desde su conversión comenzó a sentir un amor especial hacia los pobres, por amor a Cristo «pobre». S. Buenaventura nos dice que sentía desde joven una innata compasión por los pobres 191; y cuando avanzó el proceso de su conversión, comenzó a dar limosnas en abun­ dancia 192 — contra el parecer expreso de su padre— , hasta parecer «disi­ pador de fortuna» 193. Más adelante, gustará más: «de las limosnas recogidas de puerta en puerta, que no de las ofrecidas» 194. Este amor a todo lo que acerca más a los pobres, no debe entenderse como si tuviese alguna preven­ ción contra los ricos, por serlo; como lo muestra el hecho de que admitiese en su Orden a algunos letrados, nobles y acaudalados, sin suspicacia respecto de ellos 195, sino como un aprecio especial de esta virtud, efecto de su amor a Cristo pobre, y a su Madre Santísima igualmente pobre 196. Este amor a la pobreza no debe, pues, interpretarse como un simple amor a los pobres en 186. Vocación franciscana, Madrid 1971, 163-164. 187. Esta caridad, si bien excluye el amor privatus (expresión de S. Agustín), que acapara el amor de otro, no excluye toda predilección, como lo muestra las que tenía Francisco (por ejemplo, con Fray León), y las que —como ya dijimos— tuvo el mismo Señor (por ejemplo, con San Juan). 188. O. c„ 166-182. 189. 1 C elano , n. 39 [BAC 276]. 190. Leyenda de los tres compañeros, n. 42[BAC 729]. 191. B uenaventura , c. 1, n. 1 [BAC 468]. 192. Leyenda de los tres compañeros, n.9 [BAC 711]. 193. I C elano , n. 2[BAC 255], 194. I I C elano , n. 71 [BAC 383]. 195. I C elano , n. 57 [BAC 286], 196. Buenaventura, c. 7, n. 1 [BAC 505], «Solía decir: Quien desprecia a un pobre, hace una injuria a Cristo, cuya señal lleva: C risto se hizo pobre por nosotros en este mundo»-. I Celano, n. 76 [BAC 297].

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz