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110 ALEJANDRO ROLDAN V ILLER H oy en día ha aum entado de modo especial la actitud crítica l3. P ero lo más preocupan te p ara un lector imparcial y deseoso de la verd ad histórica, es que esos m ismos au tores, que nos han dejado constancia expresa de su actitud crítica sobre la in terp retación de las fuen tes, parecen olvidarse de su actitud «refleja», y aducen ind istin tam en te hechos de esas m ismas fuentes, que la crítica «in tern a» más elem ental, se resistiría a d ar el m enor crédito. Pongamos un solo caso como m uestra. Otner Englebert, al poner al día su obra sobre San Francisco (1972 ), teniendo en cuenta cuan to se ha publicado en los últim os veinticinco años, y conociendo la problem ática actual de la crítica tex tu al, no duda en dar po r valederas una serie de anécdotas, que hoy pondríam os ciertam ente en cuarentena: como la de las alondras, que im pe­ dían con su barullo que Francisco pudiese rezar el breviario con u n compa- xiero, y a la m era petición de éste, callaron hasta que term inó el rezo de las H o ras 14; o la del halcón, que, viviendo ocasionalm ente el santo en una choza en medio de la soledad del bosque, le avisaba con su aleteo poco antes de los M aitines de medianoche, añadiendo la extrem ada delicadeza de retrasar la señal de levantarse cuando el santo se sentía especialm ente can­ sado o enferm o b ; o, en fin, las consecuencias que se siguieron de la te n ta­ ción vencida po r Fray Rufino, según instrucciones recibidas de p a rte de Francisco : «Fue tal el fu ro r del diablo — dice el au to r siguiendo la fu en te— ..., que, al hu ir, desencadenó una tem pestad trem ebunda: el m onte Subasio se conmovió desde los cim ientos; piedras arrancadas desde el suelo se hacían trizas po r los aires; peñascos envueltos en llamas rodaban al abismo con trem endo estrép ito» 16. Confieso que, al iniciar el estud io de San Francisco, no conocía con d etalle el problem a histórico de sus fuentes en el m om ento actual, y que posiblem ente, de haberlo conocido, no me hubiera atrev ido a elegir este estud io que ahora iniciamos I?. Con todo , seguimos adelante, p o rqu e cree­ 13. A . G h in a t o , Orientaciones actuales de la literatura sobre S. Francisco de Asís, en Selecciones de Franciscanismo 1 (1972) 26-32; Jacques C a m b e ll, L o s escritos de S. Francisco ante la crítica, en Selecciones de Franciscanismo 1 (1972) 61-67; F. v a n d e n B o r n e , Ultimos estudios sobre las fuentes biográficas de San Francisco de Asís, en Se­ lecciones de Franciscanismo 1 (1972) 68-72; K. E s s e r , La tradition manuscrite des Opus­ cules de S. François, Roma 1972; L. I r i a r t e d e A s p u r z , Vocación franciscana, Madrid 1971, etc. 14. E n g le b e r t , o. c., 286. 15. I d ., o. c., 366. 16. I d ., o. c., 182. 17. Mi propósito inicial, al comenzar este estudio, era hacer un trabajo analítico sobre el temperamento de los principales Santos Fundadores de Orden, o Congregación religiosa, de modo parecido a como lo hice con Santa Teresa [La misión de Santa Teresa de Jesús en la Iglesia, a la luz de la Fíagiotipología. Ensayo de tipología tere- siana, en Revista de Espiritualidad 22 (1963) 284-347]. Luego hubiera seguido un estudio de síntesis, que creo pudiera tener su interés, y que hubiera brotado de la comparación de esos diversos modelos de santidad. El concepto de «vocación» a la vida religiosa, creo habría salido esclarecido, al ver los distintos modos de llamar Dios a sus santos fundadores en los diversos contextos históricos en que vivieron; y no menos, la plasma-

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