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SAN FRANCISCO DE A S IS . 143 pequeña displasia entre somatotipo y psicotipo, ya que S= 2.°-3.° [2-5-4], mientras que T = l.° - 2 .° [6-5-3]. La razón de esta displasia no es fácil deter­ minarla con exactitud, aunque sí podemos vislumbrarla, ya que el 2 .° com­ ponente — que se da tanto en el somatotipo como en el psicotipo— era requerido por su calidad de fundador de Orden religiosa, con todo el cúmulo de dificultades que se han de superar para llevar adelante tan arriesgada misión; y la predominancia del primer componente en su psicotipo pudiera ser, por un lado, fruto del esfuerzo de su acendrada virtud — ya que la ma­ yor parte de los rasgos que hemos usado al describir su personalidad afec­ tiva, son no de antes de su conversión (época de la que los hagiógrafos nos facilitan muy pocos datos), sino después de que Francisco se diese a Dios enteramente— , y, por otro, su hagiotipo, como veremos, requería una base de primer componente, que no le ofrecía su somatotipo. 3. H agiotipo de S. F rancisco de A sís E l «espíritu sobrenatural», más que una virtud concreta y específica, viene a ser como una «clave» en el pentágrama de nuestra existencia, que transporta todo lo natural — como pueden ser las virtudes morales tempe­ ramentales, o los hechos más vulgares del acontecer humano— a un plano superior. Pues bien, el «sobrenaturalismo» de Francisco era como un «a priori» de todas sus facultades superiores, que le disponían a percibir sólo la dimensión transcendente de lo que le llegaba de su perimundo. «¿Por qué — se pregunta muy bien Anasagasti — las peticiones [del Padre Nuestro] tradicionalmente entendidas como materiales, se convierten en puras necesi­ dades espirituales en sus labios?» 173. Y efectivamente en la glosa que hace Francisco del Padre Nuestro, hasta la petición de: «El pan nuestro de cada día», se convierte en: «al querido H ijo tuyo, Nuestro Señor Jesucristo, dánosle hoy» 174. Este detalle es un verdadero índice del elevado nivel en que se movía su alma de ordinario. Pero descendamos a las virtudes concretas. 1 ) Virtudes del primer componente hagiotipico. Agapetonía a) Caridad de afecto. Sería inexacto afirmar que el amor, o la caridad, es la virtud característica de S. Francisco. Esta virtud es propia de todos los santos: lo que puede ser específico es su modo peculiar de amar. E l amor de Francisco a los hombres, por ejemplo, más que de acción ( ¡también lo era! ), o de servicio ( ¡también lo e ra !), es de afecto. Francisco vibraba ante todo lo humano: no amó a los hombres sólo por agradar a Dios, sino que los amó como obras maravillosas en sí mismas, porque veía en ellas el reflejo de las perfecciones divinas. Distingamos — sólo para ordenar las ideas— los diver­ 173. O. c„ 134. 174. Laudes [BAC 57],

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