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SAN FRANCISCO DE A S IS . 141 e) Francisco y los seres inexistentes, relativos al hombre, y por él hipos- tatizados. Capítulo aparte, aunque íntimamente relacionado con el anterior, hay que consignar el amor de Francisco a todo lo que se relacionaba con el hombre, llegando a dar cuerpo e hipostatizar, «hechos humanos», «partes» de su cuerpo, «vivencias íntimas» «situaciones sociales» que afectan al ser humano. Así — por poner algunos ejemplos— , Francisco ya en el lecho donde presentía acabarse sus días, saluda a su «hermana Muerte» I60; llama a las penas que le afligían en sus múltiples enfermedades: «hermanas Angus­ tias» 161. Incluso a una situación social, o estado del hombre, como puede ser la pobreza, la llama unas veces «madre», otras «esposa» y más frecuen­ temente «señora» 162. A su propio cuerpo, unas veces le trata con cariño, para que no le sea remora en la vida del espíritu, llamándole «hermano cuerpo» ,63; pero las más de las veces confiesa haberle tratado mal durante su vida l6í, y entonces la apellida — siempre cariñosamente— «hermano asno», para ani­ marle a soportar así sus azotes 165— , que le dice tener bien merecidos 16— , como para convencerle de que «está destinado a llevar grandes cargas, sufrir recios golpes y a ser sustentado con vil y escaso alimento» 167. Todas estas proyecciones afectivas, muestran la riqueza de la zona de sus sentimientos, y su exuberante vida interior y auténtica creatividad afectiva. f) Algunas observaciones. Antes de abandonar esta rica parcela del alma de S. Francisco, no podemos omitir dos observaciones: la primera es una nota de su rica personalidad afectiva: su independencia del « qué dirán». Poco después de haber fundado su primera Orden, viajaba con uno de sus doce primeros compañeros, y al tropezar por los caminos con alguien, le saludaba con la entonces (igual que ahora) insólita salutación: «El Señor os dé la paz». A l ver la reacción desfavorable de aquellas gentes, que nunca habían oído ese modo de saludar a religiosos, el compañero quedó avergonzado, y propuso al santo dejar de usar aquel saludo. A esto respondió Francisco con su gran personalidad afectiva — que no se inmuta con el «qué dirán»— : «Déjalos decir lo que quisieran, pues no entienden las cosas de Dios» 16S. La segunda observación es que el componente primero sehldoniano, al que 160. Espejo de Perfección, c. 13, C X X II [BAC 701], y C X X III [BAC 702], A l pedir a Fray Angel y a Fray León que le canten el «Himno de labuena muerte», parece indicar que el santo lo había compuestoespecialmente, amenos que se refiera al «Cántico del Hermano Sol», en el que tres versículos se dedican a ella: «Loado seas, mi Señor, por nuestra hermana muerte corporal...»: Cántico del H ermano Sol [BAC 63]. 161. I I C elano , n. 212 [BAC 455], 162. B uenaventura , c. 7, n. 6 [BAC 509], 163. I I C elano , n. 129 [BAC 414]: «Alégrate, hermano cuerpo, y perdóname, pues en adelante ya atenderé con gusto tus deseos». I I C elano , n. 211 [BAC 455]. 164. L eyenda de los tres compañeros, n. 14 [BAC 715]. 165. I I C elano , n. 166 [BAC 408]. 166. B uenaventura , c . 5, n. 4 [BAC 493]. 167. B uenaventura , c . 5, n. 6 [BAC 494], 168. Espejo de Perfección, c. 2, X X V I [BAC 616],

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