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140 ALEJANDRO ROLDAN VILLF.R nueva ante la escoria de la sociedad de entonces — mendigos, leprosos, ladro­ nes— , y pone de relieve de ese modo, que su amor a los hombres no tenía fronteras. Vivía tan intensamente todo este complejo tejido de parentescos espiri­ tuales, que delicadamente «tenía la costumbre de llamar a la madre de cual­ quier religioso, madre también suya, y de todos los demás frailes» ,53; y. por supuesto, que «tuvo siempre Francisco constante deseo y continuo afán de conservar entre sus hijos, el lazo de unión, a fin de que cuantos habían venido a la Orden, atraídos por un mismo espíritu, y por un mismo padre engendrados, vivieran alimentados en paz, en el seno de una misma madre» 154. Más aun, Francisco tuvo predilectos — como Cristo entre sus seguidores-— . Fueron estos: Fray León, a quien amaba especialmente por su gran sencillez e inocencia, y a quien «le revalaba casi todos sus secretos», y Fray Maseo y Fray Angel, a quienes llevó como acompañantes al Monte Alvernia (donde iba a recibir el don supremo de las llamas)155. Y este sentimiento de herman­ dad no podía limitarlo a sus frailes, quien lo proyectaba a toda clase de ani­ males y seres inanimados. De su pie se cae que lo tendría con toda persona que se le acercase; aunque de hecho sólo lo encuentro en las leyendas, cuando habló al médico que le asistió en su última enfermedad, a quien llamó cari­ ñosamente: «Hermano médico» 156. De este amor a todo hombre, por serlo, derivaba su delicadeza en el trato con los que le rodeaban, su modo sencillo de mandar 157, y todas las virtudes de matiz humano-afectivo, que Celano consigna del santo 158. En fin, como muestra de ternura de sus sentimientos, tanto para con los hombres como para con Dios, conviene recordar el hecho de que si no fue el iniciador del pesebre («belén», o «nacimiento») viviente, que hizo en la ciudad de Greccio la noche de Navidad de 1223 — como unos tres años antes de morir— , sí fue su restaurador 159. 153. Espejo de Perfección, c. 3, X X X V III [BAC 624]; I I Celano, n. 91 [BAC 392]. 154. I I C elano , n. 191 [BAC 445]. 155. Florecillas I I , Cons. 1 [BAC 175]. 156. I I C elano , n. 217 [BAC 458]; B uenaventura , c . 5, n. 8 [BAC 495], 157. Por ejemplo, el modo con que quiso humillar a Fray Maseo: Florecillas I, c. I I [BAC 102], 158. Obsequioso por naturaleza, afable en la conversación, comedido en los avisos, fidelísimo en los compromisos, previsor en los consejos, dulce en el ánimo, prontísimo en perdonar, tardo en airarse, sencillo en todo, comprensivo con los demás, benigno en su aspecto: I C elano , n. 83 [BAC 301]. De entre los muchos rasgos que enumera Cc- lano, hemos seleccionado los que muestran su benigna actitud ante el hombre. 159. G. Villoslada. fundado en el testimonio de varios autores, nos dice que ya antes de Francisco, el pueblo celebraba el nacimiento del Señor con rústicas repre­ sentaciones. y como complemento de oficios litúrgicos de la noche de Navidad. Sin embargo, fue obra de Francisco el haber logrado de Inocencio I I I la revocación de un decreto, por el que se suprimían estas representaciones por los abusos frecuentes que en ellas se habían dado, así como el haber infundido a esta fiesta popular y cristiana el encanto del espíritu franciscano. Ver H istoria de la Iglesia Católica, Madrid 1963, vol. I I, 684.

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