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SAN FRANCISCO DE A S IS . 129 hacer para servir a Dios. Francisco le responde que hay que buscar en Dios el consejo, no en los hombres. Para ello, muy de mañana entraron ambos en una Iglesia y oraron fervientemente para que Dios les iluminase. Luego abrió Francisco el Evangelio al azar tres veces — por su devoción a la Santí­ sima Trinidad— . La primera vez tropezó con el pasaje: «Si quieres ser per­ fecto, anda, vende cuanto tienes y dalo a los pobres». La segunda vez, el pasaje encontrado al azar fue: «No toméis nada para el camino». La tercera vez le salió el de: «Todo el que quiera venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame». Visto esto, aconsejó Francisco a Bernardo que lo pusiese por obra al pie de la letra %. Y este método, lo usó, no en circunstancias vanales, sino decisivas: una de ellas en la fundación de su Orden, ocasionada por la consulta de Bernardo que acabamos de citar, y que hizo exclamar al santo, al ver la respuesta del evangelio: «Esta es nuestra Regla y nuestra vida, y la de todos aquellos que quieran unirse a nosotros» 99; la otra fue cuando, próximo a la impre­ sión de las llagas en el Monte Alvernia, abrió tres veces el Evangelio al azar, para saber de Dios qué había de hacer para serle más grato en todo. Como le saliese las tres veces un pasaje de la Pasión, entendió que «debía conformarse con E l en los sufrimientos y dolores de la Pasión, antes de aban­ donar la vida mortal» 10°. Este su espíritu carismático le llevaba en ocasiones a buscar y hallar la voluntad divina, o simplemente a determinarse en casos de tener que elegir entre varias opciones, de modo algo peregrino: como cuando, queriendo em­ barcarse para Egipto con muchos frailes suyos, y no pudiendo hacerlo todos en el mismo barco por falta de plazas en él, llamó a un niño que jugaba por allí, y le pidió que señalara con el dedo a doce frailes al azar, y con ellos se embarcó101. Otras veces no será un niño quien tome por índice de la voluntad divina, sino sus mismos compañeros, en tema que no es claro les correspondiese, como cuando, recibidas ya las llagas en su cuerpo: «Pre­ guntóles... en términos velados, si ciertos favores extraordinarios debían, a su parecer, ocultarse, o bien revelarse» 102. Y, cuando, yendo de camino con Fray Maseo, llegaron a un sitio donde había tres senderos (uno a Siena, otro a Florencia, y el tercero a Arezzo), para saber de Dios adonde debían d iri­ girse, hizo girar a Fray Maseo como una peonza, hasta caer al suelo mareado, 98. I I Celano, n. 15 [BAC 351] y Buenaventura, c. 3, n. 3 [BAC 478]. En la L eyenda de los tres compañeros, n. 28-29 [BAC 722] se añade que: «Entraron en ella [la Iglesia de S. Nicolás] para orar, y, no sabiendo buscar las palabras del Evan­ gelio sobre la renuncia del mundo, porque eran sencillos, rogaron devotamente al Señor que en la primera apertura del libro les manifestase su voluntad». 99. B uenaventura , c. 3, n. 3[BAC 479]. 100. B uenaventura , c. 13, n. 2 [BAC 547]; I C elano , n. 92-93 [BAC 307-308], 101. E nglebert , o. c., 271. 102. I d ., o . c ., 369. 9

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