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100 ALEJANDRO ROLDAN V ILI.ER bres de quienes la hum anidad se m ostrará siempre orgullosa» 2, por lo que no es de ex trañ ar que se sienta uno inv itado a com eter el atrev im ien to de in ternarse en esa zona de. suyo peligrosa, de estud iar a un hom bre fuera de serie, y hacer siquiera un in ten to más de aproxim ación, aun a costa de equivocarse. Mi actitud , cuando comencé este estud io , la he encontrado plasmada en el com ienzo (no en el final) de estas frases ponderadas de o tro biógrafo del santo: «Francisco es un m isterio. Lo era para sus contem porá­ neos, y lo sigue siendo para nosotros. Y un m isterio no debe ser desvelado a la ligera; de lo contrario se d estruye con el enigma, la realidad m ism a... A n te el m isterio hay que perm anecer en silen c io » 3. Sin em bargo, este ú lti­ mo inciso sólo lo adm itim os provisionalm ente, sin que nos impida e n tra r lue­ go en un estud io sereno y reposado del santo. El m ismo au to r citado añade enseguida una frase alentadora en este sentido: «Sentimos una especie de necesidad ín tim a ... de reflexionar sobre los grandes hom bres que nos p rece­ d ieron, con el fin de llegar a com prender su personalidad y su obra» (Ib .). b ) P ero es que la perplejidad que decíamos se siente ante un gigante del esp íritu , se acrecienta en nu estro caso considerablem ente, al exam inar las «fuentes» sobre las que, como pedestal, se ha m ontado la figura histórica de San Francisco. Los autores, por ejemplo, de la valiosa vida del «Pobrecillo», publicada po r la E d ito rial BAC, hablando de las cinco biografías prim itivas (las dos Vidas de C e la ñ o , la Leyenda Maior de S. B u e n a v e n t u r a , la Leyen­ da de los tres compañeros, y el Espejo de P erfección ), nos dicen esperanza- doram ente que: «constituyen algo así como los evangelios sinópticos del fran- ciscanismo p rim itiv o » 4; y que, con ellos, y con los escritos del san to y las Florecillas, quieren ofrecernos: «un conjunto de textos auténticos y críti­ cam ente depurados» (Ib .). P ero , las ilusiones cobradas po r estas palabras, quedan en suspenso, al ver los ep íteto s valorativos que se les ad jun tan, que pueden afectar al m ismo valor «histórico» de muchos hechos narrados en tales escritos. Del au to r del Espejo de Perfección — libro revalorizado po r Sabatier — , leemos en los autores citados que: «Es un escrito r partidista, donde la pura realidad histórica está seguram ente un poco alterada po r un corazón apasionado. P ero resaltan así con más fuerza ciertos rasgos caracte­ rísticos de San Francisco» 5. Ahora bien, una acusación tan general, que afecta a todo el libro viene — a nu estro juicio— a invalidarlo en la práctica. Más aun, hablándonos de la 2 .a Vida de Celano, nos dice o tro biógrafo moderno, 2. O. E n g le b e r t , Vida de San Francisco de Asís, Santiago de Chile 1973, 15. 3. J. L o r t z , El Santo Incomparable, Madrid 1964, 9-11. 4. J. R. L egisim a -L . G óm ez C añ ed o, San Francisco de Asís, Madrid 1971, X IX - X X . De este meritorio libro, leemos en L . I r ia r t e d e A s p u r z , que es una «traducción poco cuidada» ( Vocación Franciscana, Madrid 1971, 268, nota 5). Sin embargo, nosotros nos referiremos continuamente a ella —bajo la sigla B A C , con la página correspondien­ te— , por ser la que lector de habla española puede tener más a mano y confrontar todas las citas. 5. L eg isim a -G . C añ ed o, o. c., XXXI.

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