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SAN FRANCISCO DE A S IS . 119 ha}' que buscarlo en su tem peram ento. P o r su segundo com ponente bien p u n tu ado de Sheldon, tan to en su cuerpo, como en su esp íritu , apreciaba más los valores conativos que los intelectuales; la acción que la especula­ ción. A certad am ente in tuyó esto su biógrafo Sarasóla al afirmar que: «O tro v alor de trascendencia apreciaba mucho S. F rancisco, poniéndole sobre los conocim ientos abstractos científicos: la acción. E ra tem a favo rito suyo que rep etía frecuentem ente a los frailes: "T a n to sabe el hom bre de ciencia, cuan­ to obra; y en ta n to es el religioso bu en o rado r, cuando es buen o b rad o r” » 47. E fectivam en te, ese segundo com ponente sehldoniano, b ien p un tu ado , suele ser causa de que el sujeto sobreaprecie la acción por encima de los valores p u ram en te intelectuales, a los que considera inútiles en el caso de que no vayan acompañados de aquélla. N o hay en el santo «desprecio» del valor «ciencia», sino «sobreaprecio» de unos valores fren te a otros. A este factor natu ral debe añadirse o tro sobrenatural — y de mayor peso p ara él— , que explica su actitud preferen tem en te «evangélica». Como nota bien Sarasola, después de aducir la declaración del san to — la única en que se plantea de fren te la cuestión de la ciencia h um a n a 48— que: «no hay en ella un solo gesto, ni el más m ínimo acento de d e s d é n » 49. Sólo está p re­ ocupado de qu e la ciencia no haga a sus frailes soberbios y llenos de vana­ gloria, como se lo recom ienda en la R e g la 50. Su preocupación no fue tan to que sus frailes no estudiasen — como lo p rueb a el hecho de h ab er dado su aprobación a que los letrado s que ingresaban en su O rd en con ciencia, se dedicasen al estud io de la Teología 51— , sino que armonizasen la ciencia con la vida religiosa y apostólica. Los p un to s concretos — nos dice Felder — en que podía tem erse una colisión en tre ciencia y vida apostólica eran la pobre­ za, la humildad y la piedad 52. P ara lograr esa armonización, exigiría siempre S. Francisco a sus frailes dos condiciones: que siguiesen el ejemplo de C risto en el uso de la sabiduría o ciencia, y que el estudio santificase la vida del religioso y fecundase de esp iritualid ad a las almas 53. P ero precisemos más acerca de si el santo tuvo una auténtica personalidad intelectual. Estam os de acuerdo con los autores que opinan que se ha exagerado la ignorancia de Francisco, con el fin de destacar así más la acción de la gracia sobre él. Un au to r m oderno, reaccionando con tra los epítetos de « iliterato 47. O. c., 471. Cita la Leg. Ant. 74. 48. Opúsculos. Avisos espirituales V [BAC 35]. 49. S a r a s o la , o. c., 467-468. 50. I Regla, c. 17 [BAC 13]. 51. B u e n a v e n t u r a , c. 11. n. 1 [B A C 532]: «Pláceme, por cierto [que se consagren al estudio delas Sagradas Escrituras los hombres de letras quehabíanentrado en la O rden]; pero a condición de que, a ejemplo de Cristo, de quien sedice que sedio más a la oración que a la lectura, no omitan el ejercicio de la oración, y no tanto para saber hablar, cuento para poner en práctica lo que estudian y hacerlo practicar a los demás». 52. O. c.j 380. 53. A n a s a g a s t i, o . c ., 125.

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