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S a n F r a n c i s c o d e A s í s , y s u m i s i ó n e n l a I g l e s i a , a l a l u z , d e l a t i p o l o g í a IN TR OD U CC IO N E l tema que vamos a desarrollar nos impone por tres diversos motivos: a) n o sólo por la m agnitud del personaje que hemos de estudiar; b ) sino — sobre to d o— po r la dudosa fiabilidad de muchos de los hechos que los hagiógrafos nos ofrecen sobre la vida del Santo; c) y, en fin — aunque en menos escala— por lo mucho y autorizado que se ha escrito sobre este g ran Santo. a) E fectivam ente, el p rim er sentim iento que se experim enta al acercarse a ese gigante del mundo del esp íritu — al que cariñosam ente se le ha llamado el «Pobrecillo» de Asís— , es el de un cierto tem o r reverencial. No se trata de un santo cualquiera, sino de alguien que fue venerado ind istin tam en te p o r católicos, p ro testan te s, m arxistas, y aun por algunos ateos. Y, aunque no pudo menos de h ab er tenido sus detracto res como reacción de contraste — ya en 1542 E. A lber y, po sterio rm ente, Bayle, Voltaire y algún o tro enciclopedista— , suscitó generalm ente en todo tiempo en tu siastas incondi­ cionales. E s conocido el testim on io ditirám bico de E. Renán, quien llegó a afirmar que: «Después de Jesús, Francisco de Asís ha sido el único cristiano perfecto» , y que: «Después del cristianism o, la mayor obra popular que re­ g istra la H isto ria , es el movim iento franciscano» P ero hay que decir, en hono r d e la verdad , que este mismo hecho que, p o r un lado, im pone; atrae, por o tro , poderosam ente al estudioso, que se acerca a él con vo luntad sincera de conocerlo. No puede negarse, como ha dicho un biógrafo m oderno del santo, que: «Francisco es uno de esos hom ­ 1. Nouvelles études d’histoire religieuse, París 1884, 351.

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