PS_NyG_1978v025n001p0003_0106

EL PECADO OR IG INAL. 101 Nuestro juicio personal sobre el trabajo o ensayo de Vanneste lo « com ­ pendiamos » en estas afirmaciones esquemáticas : 1 ) E stam os muy de acuerdo con Vanneste en qu e se haya elim inado la « teología de Adán» con toda la constelación de afirmaciones más o menos «seguras» que la acompañaban. Con ello, la enseñanza tradicional se hace ya inviable y se abre p o rv en ir a posibles mejores formulaciones. 2 ) La tesis fundam en tal suya «el pecado original es un p resu p u e sto ne­ cesario de la do ctrina de la redención», parece clara, pero está llena de am bi­ güedades: a) no se sabe si d istingue el pecado original del pecado perso ­ nal; b ) parece identificar el pecado original - ser pecador, con la pecam ino- sidad universal, y , más claram ente, con la concupiscencia; c) no queda di­ bujada la figura del pecado original como form a específica de estar-en-pecado; no vemos p o r qué Vanneste no ha term inado p o r elim inar del to d o esta figura de la teología católica. 3) N o com prendem os p o r qu é a los niños se les llama «pecadores» p o r­ que sean pecadores «virtu ales». N o es nada claro este concepto. E l hom bre es pecador «form al», p o r libre rebeldía con tra D ios, o no es pecador en absoluto. Además, el pecado « v irtu al» se d aría más en los adulto s y nunca en el recién nacido. Un adu lto , aunque esté justificado, sí que podría decirse «v irtu alm en te pecador», en cuan to que está seriam ente acosado po r la fu er­ za del mal, desde d e n tro de su ser y desde fuera. Vanneste hace sospechar (sin que ello sea seguro) que identifica el pecado original-concupiscencia- virtualidad-para-pecar = peccatum manens. 4) Un fallo fundamental lo vemos no so tros en el modo de establecer la correlación redención-pecado. Vanneste parece u tilizar — al menos en este p roblem a del pecado original— un concepto d e redención y necesidad d e la gracia p rim o rd ialm ente ham artiocén trico , en el sen tido aludido varias veces po r no sotro s. La razón p rim o rdial de la necesidad que todo hom bre tiene de ser redim ido por C risto, d e recibir su gracia no es, decimos, el estado previo de pecado en que pueda en contrarse el hom b re, sino la despropor­ ción en tre el fin a qu e está ordenado, la vida eterna, y la incapacidad real del ser hum ano para conseguir, po r sus solas fuerzas, dicho fin, que es p ara él sobrehumano, sob renatural. A ejemplo d e A gu stín, Vanneste utiliza, casi exclusivam ente (en tod a esta discusión) el concepto de gracia m edicinal, sa­ n an te, restau rado ra de la ru in a, liberadora del pecado; relegando al olvido la dim ensión p rim era de la gracia: su carácter elevante, deificante, p rev en ­ tiva del pecado. 4. Domiciano Fernández: el pecado original ¿es un m ito? El estudio de D. Fernández se ha hecho bajo impulso de exigencias pas­ torales. Q u iere ser una «sencilla constatación de que la construcción teoló-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz