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96 ALEJANDRO DE V ILLALM ON TE Vanneste, pues, aspira a ser p ro fu n d am en te agustiniano en este p roblem a: exponer la más radical afirmación de A gu stín al respecto, despojándole de los elem entos accesorios, caducos que advin ieron po r m otivo ex terio r, po lé mico l2. La p rim era afirmación es ésta: «E l dogma del pecado original es un pre supuesto necesario de la doctrina sobre la redención» [ 4 9 ]. El pecado original no es ninguna mancha inn ata, h ere d itaria [3 1 , 1 3 1 ]. «E l pecado original consiste simplemente en el hecho de que todo hombre es pecador desde el primer instante de su existencia. Lo que equi vale a decir que es un pecador en potencia, del cual estamos " seguros” que llegará a pecador en acto y esto desde el primer acto humano que ponga». Y más abajo: «E l hecho de que todos nacen con el pecado original significa que todos son pecadores desde el primer instante en que son seres humanos; es un hecho histórico que los hombres pecan todos » [1 3 1 ] (subrayam os). A l concluir su trabajo , reafirma la convicción que le ha servido de hilo conductor. T al como están las cosas «una solución que no sea radical no es posible para el secular problema del pecado original». Los juicios sobre su trab ajo pueden ir en diversas direcciones. «Sólo pedimos que se nos juzgue a la luz de la gran conclusión que, en opinión nuestra, se puede deducir de la larga y rica historia de la teología del pecado original, a saber, que es tarea esencial del cristianismo el recordar a todos los hombres — y en primer lugar a los cristianos — que son pecadores y que lo son desde el primer ins tante en que son hombres » [1 5 7 ] (subrayam os). N o so tro s no adm itim os, en ab so lu to, esta ú ltim a afirmación. U na p rim era deducción de este principio se refiere al e sta tu to teológico de los niños: «A gustín deduce la condición pecadora d e los niños del hecho de que necesitan la gracia de C risto» [ 5 0 ] , Son salvados p o r C risto , luego son pecadores. La correlación en tre redención-pecado exige la afirmación, reiterad a po r A gu stín, de que n ingún hom b re está sin pecado, si bien tiene la posibilidad radical (m etafísica) d e no pecar. E s claro y reiterado en tod a la exposición que el p u n to de p artid a del problem a del pecado original es el hecho de que todos los hom bres son pecadores: se tra ta d e u n problema de adultos. Los niños entran, re p ite tam b ién Vanneste, como caso límite. Sin em bargo, la cuestión no resu lta fácil 12. Este agustinisrno buscado y consecuente se nota en cada página de la obra de Vanneste, por ej., 144, 146; y en otros estudios del autor. Vanneste parece ha querido realizar una desmitologización de la enseñanza agustiniana sobre el «pecado original» en cuanto teoría teológica o reflexión racional para volver al origen: a su confesión y vivencia del dogma más básico, la necesidad universal redención de Cristo y la necesidad absoluta de la gracia. En este caso, lo más lógico sería no hablar más del «pecado ori ginal», porque esta figura se ha convertido ya en pura especulación inaceptable hoy y perjudicial incluso para aquel dogma más básico que, en su tiempo, quiso proteger San Agustín.
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