PS_NyG_1978v025n001p0003_0106

94 ALEJANDRO DE VILLALM ON TE 1 ) E stam os de acuerdo con B aum ann cuando elim ina to ta lm e n te la figura de A dán y tod a la constelación de afirmaciones que, en to rn o a ella, hacía la teología tradicional; incluidas las p ropu estas p o r el T rid en tin o . Tam bién es necesario dejar de lado el in te n to de muchos teólogos cató­ licos modernos de su stitu ir la función del A dán p o r la del «pecado del m un ­ do». F igura que, logradas ciertas ventajas iniciales, en el fondo dejaba sin resolver el problem a fundam en tal sobre el origen del pecado y su n a tu ra ­ leza íntim a. 2 ) Igualm ente, la teología no debe seguir hablando p o r más tiem po del pecado original como form a específica de la general pecam inosidad hum ana. N i siquiera en form a analógica p u ed e h ablarse de «pecado» allí donde no hay decisión personal deliberada. Sólo la lib e rtad personal de cada uno peca porque quiere, rehusando la gracia de D ios. No hay más pecado que el pecado personal, com etido bajo p ropia responsabilidad, con conocim iento y libertad . N ada, po r ta n to , de estado o situación de pecado prepersonal, precedente- antecedente. T al fo rm a de hab lar es un a contradicción in terminis. 3) La explicación del pecado (p erson al) la busca Baumann en el egoísmo radical existencial del hom b re, qu e rehúsa abrirse al am or de D ios y del herm ano. Todo pecado es, en ú ltim a instancia, pecado contra el amor. 4 ) Baumann hace suya, con ligeras correcciones y «advertencias», la con­ cepción de la teología p ro te sta n te sobre el pecado: situación de radical exis­ tencial reto rsión de la relación del hom bre respecto de D ios ( —die verkerhrte Grundhaltung der Existenz vor G o tt), situación que se caracteriza p o r la radicalidad, to talid ad , un iversalid ad con que afecta a la dim ensión más p ro ­ funda del ser hum ano. Acerca de este concepto de pecado original nos p e r­ m itim os observar: aa) A p arte de ciertas ventajas iniciales (elim ina discusiones con la cien ­ cia, psicología, sociología; p resupon e una exégesis más crítica y científica) el fondo del problem a recibe una solución peo r que la propugnada p o r la teo­ logía católica m oderna, con sus innegables defectos. D iríam os que, en este caso, Baumann h a expulsado a satanás en nom bre de beelzebul. H a su stitu ido lo malo po r lo peor. bb ) E n efecto, la teología p ro te sta n te actual, aunque en la form a más refinada y sofisticada, p ropuesta, por e j., en E . B runner, P . T illich y E . K inder, no supera las deficiencias de la vieja ortodox ia p ro testan te sobre la co rru p ­ ción existencial del hom bre p o r efecto del pecado (de A dán, p ara los a n ti­ guos). N osotros haríam os a Baumann estas p regun tas: 1) cómo puede evi­ tarse el qu e este em pecatam iento tan radical-existencial no con funda la con­ dición pecadora del hom b re con su condición creatu ral; 2 ) en qu é textos de la E scritu ra pod ría apoyarse p ara afirmar que todos los hom bres, sin excepción, caen en pecado en esa form a ta n radical-total-universal in ev ita­ ble; 3) Baumann y sus colegas p ro testan te s son víctim as d e lo que / . Gross llama — con toda justeza— obsesión del pecado. N os parece que esta obse

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz