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EL PECADO ORIGINAL. 11 sión personal libre, por su mera pertenencia e íntima religación a una «his­ toria de perdición» sería culpable, pecador desde el primer instante de su existencia (siquiera sea pecador en forma «analógica»). El pecado personal será luego la ratificación libre de aquella inicial, radical, constituyente situa­ ción pecadora. Pero, esta afirmación tan grave, aunque muy reiterada, nunca es demostrada, dice Schrofner. En realidad es tan difícil de aceptar como el que uno sea pecador por culpa de Adán. En relación con esto cabe pre­ guntar: si uno toma en serio la voluntad salvífica universal de Dios, ¿cómo es posible que la historia de hecho sea historia de perdición y, de antemano, pre-determine a todos al pecado? ¿qué pasa con los hombres, la inmensa mayoría, que mueren sin bautismo? Ni tampoco se ve clara la universalidad del pecado. No se ve cómo en determinados círculos, por ejemplo, intensamente cristianos, la historia pue­ da ser llamada «historia de perdición». También palidece la eficacia del bau­ tismo. Porque nadie pensará que el bautismo ha sacado a un recién bautizado de la historia de perdición para ponerle en la de salvación. R. Weier reflexiona sobre el concepto de «pecado del mundo» en Schoo- nenberg y Teilhard. Según piensa Weier la tradición ha fundado la necesidad de redención en el hombre en el pecado original... Por ello la pregunta de Schoonenberg sería: «hasta qué punto el pecado del mundo implica mi ne­ cesidad de redención»... Sólo después se preguntaría por el pecado original: «La necesidad de redención exigida por el pecado del mundo ¿es la misma que la exigida por el pecado original? ¿El influjo de Adán habría que igua­ larlo al influjo del «pecado del mundo»? 9. Se pregunta Schoonenberg si la necesidad de redención podría salvaguardarse hablando del pecado del mundo y no ya del «pecado de Adán». La gran preocupación de Schoonenberg es no aislar el pecado original de los pecados personales que la humanidad his­ tórica comete. Su idea clave es la de describir el pecado original como «si­ tuación», pero también aquí está su punto más débil10. Sólo reforzando tal concepto con los análisis de la filosofía existencialista (-Sartre y Jaspers) podría ser más aceptable 11. Parecido a este concepto progresivo-histórico del pecado original es el de Teilhard, cuando encuadra el mal-pecado original, en el progreso evolu­ 9. R . W e i e r , Erbsünde und Sünde der Welt. Vroblewe dcr Erbsündenlehre Piet Schoonenbergs und Teilhard de Chardins, 145. Ver 145-71. 10. El concepto de «situación» es el punto de apoyo de toda la teoría de Schoonen­ berg, dice W , 155. Reconoce, adhiriéndose a Seyhold, que es también el punto más frágij (155 ss.). 11. Weier señala el camino que podría seguir la teoría de Schoonenberg (158-66). Pero Schoonenberg no lo ha seguido. Permanece en un concepto empiricista y extrínseco de «situación», no obstante su empeño en superarlo. Está más cerca de la categoría aristotélica de «situs», que de la moderna de «situación».

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