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9 0 ALEJANDRO DE V ILLALM ON TE B.— Legado de la teología del «pecado original-». Con lo que acaba de decir Baumann ha dejado de lado la teología tradicional en su to talid ad . Sin em bargo, no se tra ta de una dem olición o repulsa puram en te negativa. Es necesario recuperar aquellos aspectos valiosos de la enseñanza antigua que todavía hoy merecen ser tenidos en cuenta. La « teo ría del pecado original» m ed ian te su contrad icto ria afirmación de un pecado prepersonal, de un ilógico pecado hereditario ha servido para ev itar el individualism o en la contem plación de la h isto ria de salvación. Los hom bres todos son solidarios en el pecado. Y tam bién para m o strar la im posibilidad qu e el hom bre tiene de conseguir p o r sí solo la salvación. E sta fue la gran tarea de A gustín contra Pelagio. Igu alm en te, la teoría tradicional, con su afirmación de un «pecado prep ersonal» , ha m an tenido una tensión que no pudieron n i debieron solucionar. E sto significa que la lib ertad y el pecado hum ano sólo desde la fe son explicables, qu e escapan a toda explica­ ción racional. «E l pecado es el m isterio indescifrable que afecta a cada exis­ tencia desde el principio» [ 2 5 1 ]. La teología católica podría lograr una mayor profundización en la d im en ­ sión personal del pecado, llevada de la mano de la actual teología p ro tes­ ta n te y siempre apoyada en la Biblia. Un primer paso en esta dirección sería adm itir la afirmación: lo que la E scritu ra dice de Adán se refiere a cada uno de nosotros. Adán somos todos, puesto que todos hemos pecado (- pantes hémarton ). ¿P u ed e la teología cató ­ lica aceptar esta intex-pretación ex istencialista-personalista-actualista de A dán? Sin duda, y ya lo ha hecho la mayoría de los teólogos en el ú ltim o decenio, cuando prescinden, casi en absolu to , del Adán histórico [2 5 2 s .]. O tro aspecto im p o rta n te es el haber subrayado la histo ricid ad y socialidad de toda decisión hum ana — y por ta n to del pecado— radicalm ente determ inad a po r esta doble dim ensión. Id ea sin duda p resen te en P ablo y cuya percep­ ción sólo desde la fe es posible, no desde la experiencia. Sólo la fe puede hablar de la identificación de todos en el pecado. Tal vez en tend ía bien esto Agustín, cuando habla de la hum anidad como de una «masa de pecado- masa de perdición» [ 2 5 3 ]. Si exceptuamos, natu ralm en te, la etiología de tal hecho. Un segundo paso sería explicar «el abismo del pecado» siguiendo la pauta de la actual teología p ro testan te . En esa dirección hab ría que explicar la tota­ lidad, la radicalidad, la universalidad del pecado. Baumann recu rre con tinu a­ m ente a las categorías p ro testan te s sobre el tem a, que ya conocemos. E stas reflexiones tienen como m eta co n tra rrestar la perspectiva excesivamente ac- tualista-moralista en que se desenvuelve la teología católica del pecado o ri­ ginal (y del pecado en general). E sta tendencia estaba ya algo compensada

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