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EL PECADO OR IG INAL. 87 V E n s a y o s ú l t im o s s o b r e e l t e m a d e l p e c a d o o r ig in a l E n el títu lo m ismo de uno de sus estudios habla H. Haag del pecado o riginal se resiste — testarudo — a m orir. E n o tra ocasión con stata el núm ero creciente de teólogos que ya lo elim inan, pero opina que esta tendencia pu ed e ta rd a r su tiem po en imponerse. Nosotros hablamos, en esta última parte de nuestro estudio, del ocaso de una creencia. R ealm ente, el ocaso, más o menos len to , es muy percep ti­ ble. Los teólogos cuyos trabajos vamos a com entar en este cap ítu lo , van d e­ jando de lado esta creencia. Y, si siguen hablando de pecado original, siempre será, creemos, como un residuo de la antigua term inología, ya poco ju sti­ ficada y lógica en la exposición de ellos. P o r eso, estos ensayos los llamamos «últim o s» no tan to en una acepción m eram ente cronológica (los postreros en aparecer) sino con cierta carga de u ltim idad cualitativa-, en cuanto que, según pensamos, m arcan una dirección de la cual no deberá ap artarse, razo­ n ablem en te, la teología que todavía seguirá haciéndose sobre el gran tem a del pecado original. 1. El pecado original, irremediablemente perdido H ay teólogos qu e dan po r irrem ediablem en te perd ida la vieja creencia en el pecado original. Irremediable, en el caso, no tiene la connotación de algo que es irrem ediable, pero lam entable. No, más b ien se califica de irre­ m ediable en el sen tido de que era necesaria, irreversible esta p érd id a y que hay que congratularse por ello. H acem os ya simple mención del parecer del escritu rista católico H. Haag, cuya opinión al respecto ya conocemos: «D espués que la iglesia occidental, durante 1500 años, rindió homenaje a una tradición — erróneamente intro­ ducida por Agustín — la despedida del "pecado original’’ llega ya hoy no de­ masiado pronto, sino, en realidad, demasiado tarde» (subrayam os). E n o tro m om ento, se queja de que este adiós no va a ser nada fácil y que, además, va a estar cargado de consecuencias para el con junto de la teología católica '. El historiador protestante J. Gross q u iere ser objetivo al relatar la aza­ rosa h isto ria del dogma del pecado original. P ero es b ien p ercep tib le su deseo de que sem ejante creencia desaparezca del cristianism o. Son muchos los creyentes que opinan, según Gross, que el D ios del pecado original, p ara 1 . El primer texto lo hemos citado en las primeras líneas de nuestro estudio. Para el segundo ver H . H a a g , The Original Sin Discussion, 288.

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