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E L PECADO OR IG INAL. 85 su naturaleza ín tegra, sana y bu ena, y, sin em bargo, necesitada de la gracia y redención de C risto p ara llegar a p articip ar de la vida divina [4 0 s .]. La razón de nu estra p o stu ra es clara: todo hom b re, sin excepción (M a­ ría, el niño recién concebido, el adu lto ), necesita de la gracia y redención de C risto , p rim o rdial y radicalm ente no p o rqu e tenga o no tenga pecado alguno — podrá tenerlo o no tenerlo , no lo sabemos— sino p o r la despro­ porción que hay e n tre su ser creatu ral incluso bu eno, sano, in c o rru p to y la v ida in tra d iv in a a la cual está llam ado. Así, pues, la necesidad, absolutam en­ te un iversal, sin posible excepción, d e la gracia-redención no hay que verlá b ro ta r de la situación prev ia de pecado en que el ser hum ano , p o r diversos m otivos, pueda en con trarse; antes e ind ep end ien tem en te d e qüe esté m an­ chado con cualquier tipo de pecado necesita de la gracia-redención. E sta necesidad arranca de algo más hondo y radical que el m ismo pecado, se funda en la condición creatu ral, óntica del hom b re y en la desproporción de esta su condición creatu ral p ara llegar, por sus solas fuerzas, á la p a rti­ cipación de la vida ín tim a de D ios a la cual está llamado. Su fin es sobre - n atu ra l, jo ¿w h um an o . Necesita del «auxilio» de D ios para conseguirlo. Y pu esto que antes se habló del dogma de la Inm aculada éste sería un a confirmación no del «pecado original», sino de esta visión caritológica posi- tiva-elevante, deificante que es lo p rim ario en el concepto católico de la gracia-redención. M aría está necesitada radicalm ente de la gracia-redención, desde la h ondu ra de su ser creatu ral, incapaz abso lu tam ente de llegar a la v ida ín tim a de D ios, su fin ú ltim o . Y , en su caso, de desem peñar la m isión de m adre de D ios y de la Iglesia [41 s .]. Todo hom b re recién llegado a la existencia — si alguien qu iere hab lar de él en este m om ento y si ello interesa a la teología— está necesitado de gracia — redención con idéntica radicalidad y hondu ra. P ero no po rque tenga n inguna mancha d e cualquier pecado (ni en sen tido «analógico»), sino po r su condición creatu ral qu e d elata la desproporción radical e n tre sus v ir­ tualidades naturales y el fin ú ltim o al que D ios le ha destinado, la partici­ pación en la vida in tra trin ita ria . D espojada la do ctrina del pecado original de cualquier fund am en to b í­ blico convincente, se recurre al razonam iento teológico p ara p ro pon erla y m antenerla. Se p a rte del dogm a de la necesidad de redención-gracia y se piensa que para m a n ten e r este dogma básico de n u e stra fe, es indispensable afirmar la presencia del pecado original en todo hom bre cuando llega a este m undo. N o so tros no podemos a dm itir esta argum entación. U n concepto m ejor elaborado y más bíblico sobre la necesidad radical de la acción salva­ do ra d e C risto y de su gracia nos impulsa a rechazarla. Con ello, el dogma de la redención de C risto y la teología d e la gracia no p ierd en nada. P o r el

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