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10 ALEJANDRO DE VILLALM ON TE cuando habla del «pecado original». Excepto su procedencia adánica, hoy inadmisible 5. También U. Baumann dedica unas páginas a explicar «el estado de la cuestión» del pecado original entre los católicos, en los últimos años. Todos están firmes en la sustancia del dogma: antes de cualquier pecado personal, el hombre carece de la gracia que debería tener y es «pecador» ante Dios. Considera ya innecesario entretenerse en discusiones con la ciencia en refe­ rencia al monogenismo-poligenismo. Tras rápida exposición de las teorías de Scheffczyk, Schoonenberg, Schelkle, Lengsfeld, PIulsbosch-Teilhard, Trooster, Vanneste, Simonis, Haag, Gutwenger — ya conocidas por nosotros— no ca­ rece de interés ver el panorama desolador que para Baumann ofrece la teo­ logía católica del pecado original: «La situación es absurda: no hay ya una teología católica sobre el pecado original. Hay que alegrarse de este "triun­ fo” de la razón; pero es preocupante la pregunta de cómo podremos seguir anunciando con éxito la salvación a los hombres, si no sabemos decirles por qué necesitan la salvación. La pregunta ¿qué es salvación? es inseparable del saber qué es la salvación para los hombres. A los espíritus despiertos se les descubre en la "discusión sobre el pecado original” una aterradora crisis del concepto de pecado y por ello mismo una crisis en el conjunto de la teo­ logía. De esta conmoción hablaremos más adelante detenidamente» 6. Otros teólogos estudian aspectos más concretos de la problemática del pecado original. Debemos mencionarlos, siquiera sea en forma breve. E. Schrofner piensa que existen dos modos de abordar hoy el problema del pecado original: 1) K. H. Weger, por ejemplo, se esfuerza en determi­ nar qué es lo sustantivo de la enseñanza tradicional, lo aísla de lo accesorio y caduco y trata de expresar aquel contenido sustancial en nuevas formas de expresión. 2) U. Baumann se preguntaría, más bien, por la función que, en su tiempo, fue ejercida por la doctrina del pecado original y se esforzaría en señalar el modo en que hoy día podría llenarse aquella función más cumplidamente 1. Por lo que se refiere a la teoría de Weger, Schrofner encuentra en ella serias dificultades8. Según Weger cada hombre, ya antes de cualquier deci­ 5. La idea del empecatamienlo de cada hombre, previo a su decisión personal, plan­ tea el problema ulterior de conciliar socialidad y personalidad, sino y libertad, estar en pecado «por anticipado» y pecar personalísimamente: Weismayer, o. c., 379 , nota 21. 6 . U. B a u m an n , Erbsünde? , 108. Más adelante expondremos la teoría de Baumann sobre el «pecado original». 7 . E. S c h r o fn e r , Theologie der Erbsünde mit und ohne Fragezeichen, 2 0 0 . En la línea de Weger irían Flick-Mszegby, Lengsfeld ; en la dirección de Baumann encontra­ mos a Schoonenberg. Ver anteriormente Sec. II/X V III. 8 . Expone en 201-5; las objeciones en 203 ss. Sobre Weger ya hemos hablado en Sec. II/XV III.

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