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80 ALEJANDRO DE VILLALM ON TE E l con ten ido hondo de esta p rerrog ativ a de M aría es la afirmación de su santidad perfecta, de su originaria plenitud, de gracia. M aría es la «Toda- santa» (-Panaggia), según la llama la Iglesia orien tal, es la V irgen Santísima, la Purísima, según se expresa n u estra p iedad popu lar. Los testim onios de las discusiones en tre maculistas e inm aculistas antiguos leídos a fondo y no sólo a flor de piel, dem uestra que lo que estaba en litigio era la p len itud de gracia desde el primer instante o el pecado desde el primer instante. Lo mismo sucede con la Bula «In effabilis». M aterialm en te, p o r motivos h istó ­ ricos circunstanciales y polém icos, se en cu en tran en ella abundan tes exp re­ siones del lado negativo del privilegio. P ero el lado positivo, caritológico es, cualitativamente, p redom in an te. E l sen tido positivo de la definición, el único que ya desde ahora merece subrayarse, es éste: « María es llena de gracia, toda santa desde el primer instante de existencia y todo a lo largo de la misma » [ 5 1 ] . E l pecado original fue un obstáculo artificialm ente levantado fre n te a este privilegio m añ an o . Si bien ha costado siglos de discusiones p ara verlo así y superarlo. N o so tros avanzábamos entonces o tra afirmación: el dogma de la Inmacu­ lada (entendido en la forma expuesta) som ete a dura « crisis » la enseñanza tradicional sobre el pecado original. E fectivam ente, los maculistas más insignes del siglo x m — San Buena­ v en tu ra y Santo Tomás— argüían que si se exim ía a M aría de la contracción d el original, se la sacaba de la zona de influencia de la redención de C risto. Duns Escoto tuvo el m érito de desarbolar esta objeción decisiva. Lo hizo reestru ctu rando el concepto de redención. La acción salvífica de C risto no es, p rim o rd ialm en te, liberación, rescate, perdón de un pecado en el que p rev iam ente ya se ha in cu rrido. E s, ante todo, comunicación de gracia, de vida divina y, consiguientem ente y en la m isma m edida, inmunización y «preservación» co n tra todo pecado. E s lo que aconteció en M aría: fue llena de gracia desde su concepción y, p o r consiguiente, ya no tiene en ella sen­ tid o el hab lar de cualquier pecado. Fue redim ida en fo rm a perfectísim a y em inentísim a. Perfección-em inencia que consistió en que fue llena de gra­ cia desde el principio y así la fuerza del pecado, en cu alquier de sus posibles manifestaciones, ya no tu v o en trad ad a en ella [51 ss.]. Los inmaculistas posteriores cultivaron este concepto más amplio y más radical de redención, pero no sacaron todas las consecuencias. La que nos interesa de momento es ésta: para que alguien esté necesitado de redención y de hecho pueda decirse redimido, no se requiere en él previa situación de pecado. O , diciendo lo mismo desde perspectiva cristológica: la finalidad primaria de la acción salva­ dora de Cristo no es liberar del pecado, sino elevar a la participación de la vida divina. Y desde la perspectiva de la teología de la gracia:la necesidad radical de la gracia no proviene de la previasituación de pecado, sino de la incapacidad creatural del hombre en orden al fin sobrenatural. Por consiguiente, aunque se

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