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E L PECADO ORIGINAL. 79 P ero es ésta una form a im perfecta de expresar la realidad. «La formulación positiva es la más im p o rta n te: M aría fue elegida p o r D ios, desde toda la etern id ad , p ara ser M adre del R ed en to r y ser asociada a su obra salvadora. P o r eso la colmó de gracia desde el p rim er in stan te de su ser. Es la agraciada, la favorecida de D ios» [ 1 8 1 ]. La orientación que D. Fernández impone a la cuestión y la solución iniciada pensamos que es muy aceptable en la actual situación de ambos temas en discu­ sión: la teología de la Llena de gracia y la teología del pecado original. Para completar este apartado séanos permitido mencionar un trabajo nuestro en que estudiamos el problema y aportam os la solución que juzga­ mos la única aceptable vista la situación en que se encuentran el «dogma» del pecado original y la teología de la Inm aculada Concepción 11. A n u estro juicio si se estudia a fondo y no sim plem ente a flor de textos y en su nivel polém ico, la h isto ria del dogma de la Inm aculada se descubre: que este privilegio atrib u id o a M aría y canonizado por la Bula «Ineffabilis», en realidad es una aplicación de o tra p rerrog ativ a m ariana más radical: la plenitud de gracia, p roven ien te d e su m aternid ad divina y de su m isión corre- d en to ra. Así la en cuen tra el ángel y la saluda como la llena de gracia. La La ampliación e intensificación de esta p len itud de gracia h asta el prim er in sta n te fue fru to de la p iedad cristian a y de la reflexión teológica [3 8 -4 3 ]. C ierto , el gran obstáculo fue, d u ran te siglos, el «dogma» del pecado original. P ero Duns Escoto sacó la cuestión de esta oscura e inviable perspectiva ha- m artiocéntrica y la puso en su perspectiva v erd adera. E stud iando toda la cuestión desde Cristo y su perfectísim a acción red en to ra resu lta que, preci­ sam ente para que la redención de C risto se m anifestase en la form a perfec­ tísim a posible, era conveniente que redim iese a su M adre con redención preservativo, qu e es más noble que la liberativa, y con redención eminentí­ sima [4 5 s .]: M aría es la « em inentissim e redem p ta» , porque fue libre del pecado original, al estar prev enid a con la plenitud de gracia. A teniéndono s a la situación real de las relaciones en tre ambos «dogmas» proponíam os no sotro s: «n i el hecho del pecado original es confirmado por el dogma de la Inmaculada (como querían O ’Connor, A lonso y o tro s), ni ne­ gado el pecado original, el privilegio mariano corre peligro de ser mal enten­ dido (con tra los m ismos autores). Más bien pensamos lo contrario : el hecho de la plenitud de gracia inicial en María debe ser purificado de la ganga " maculista” que se le ha adherido a lo largo de su azarosa historia» [ 3 8 ] , 11. A. de V illalm o n te , La teología del pecado original y el dogma de la Inmacu­ lada, 25-28.

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