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72 ALEJANDRO DE V ILLALM ON TE El recurso a la Escritura tampoco resuelve el p roblem a. N i Gén 2-3, ni Rm 5, 12-21, n i o tro s lugares paralelos que se aduzcan d em o strarían la exis tencia de un primer hombre, con un e sta tu to teológico privilegiado. Sin duda, Pablo pudo u tilizar la función del A dán pecador p ara ilustrar la acción salva dora de C risto, p ero se trata de u n teologúmeno que se adhirió al M ensaje evangélico en d eterm inad a circunstancia y que ahora no será necesario seguir m an ten iendo . N i siquiera es posible, d en tro del con tex to de las o tras verda des reveladas [49 -60 y 7 1 -8 ]. Y a entonces indicábamos que la «teología de A dán» tiene su origen en fuentes extra-bíblicas, extra-cristianas: la figura del H om b re originario-cós- m ico (-U rm ensch) del que h ab lan la religión iranio-persa, el maniqueísmo, la gnosis. O también en el hom bre universal-ideal de tan to s m itos antiguos e incluso de sistemas filosóficos, como el platonism o [6 0 -9 ]. La elim inación que entonces hacíamos de la figura de Adán tiene las reconocidas ventajas de ev itar discusiones innecesarias con la ciencia n a tu ral. Sin que, p o r o tra p arte, com prom eta ninguna v erd ad revelada. P ero al elim inar a Adán elim inábamos el pecado originante del empeca- tam ien to universal d e la hum anidad. E ra obvia la pregunta: ¿C óm o seguir hablando de un pecado original « originado» , si se elimina el « originante» ? Ahí dejábamos entonces nuestra investigación. P o r principio se pod ría seguir hablando de que todos los hom bres vienen a la existencia en pecado, incluso después de ser elim inada la figura d e Adán como causante de tal situación. N o so tros no escogimos entonces la altern ativ a de otro s autores: atrib u ir al «pecado del m undo» la función de originante que quitábam os a A dán. Ahora tampoco la seguimos. E n otras palabras, sea cual fu ere la situación pecadora d el hom b re al nacer, ésta no pu ed e ser atribu id a al Adán de que habla la teología tradicional. F igura artificialm ente creada en la teología y de la que se debe prescindir. E lim inado Adán viene el com prom iso: o bien buscarle un su stitu to , originante del em pecatam iento de la hum an idad, o bien decla ra r que el hom b re en tra en el m undo en pecado, p ero sin que sepamos dar la razón del hecho, o b ien que, al no encontrarse «orig inante», h ab ría que o p ta r po r negar tam bién pecado original «originado» 3. B.— Posteriormente podíamos leer el libro de J. Verburg sobre Adán como primer hombre, según la fe cristiana. E s una aportación sobre la figura teológica de A dán que merece tenerse en cuenta 4. 3. Nuestro estudio terminó, entonces, dejando «intacto» el hecho del pecado ori ginal «originado». Limitábamos nuestro interés a demostrar la falta de fundamento, la inutilidad y hasta el estorbo que implica el seguir manteniendo la figura teológica de Adán. Por entonces mismo, varios teólogos, y nosotros mismos, pensábamos que, elimi nado Adán, la figura del «pecado original» conocida por la tradición era ya insostenible. 4. Adatn. Een onderzoek naar de betekenis van de figuur van een eerste mens in
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