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EL PECADO ORIGINAL. 9 Los resultados últimos de su investigación los condensa Weismayer en forma de tesis, entre las cuales juzgamos más significativas las siguientes: a) Todo hombre, como miembro de la humanidad, es llamado a la sal­ vación. Sin embargo, comienza a existir en un mundo pecador, dominado por el «pecado del mundo». Realidad ésta que implica el que cada hombre se halle existencialmente situado o determinado por el pecado, empecatado. Con ello, queda radicalmente torcida su relación íntima respecto de Dios y de los demás hombres. Imposibilitado para el diálogo vertical y horizontal, para el amor a Dios y al hermano [375 s.]. b) Este estado de perdición es previo, antecedente a toda acción del individuo, pero no se identifica con su condición creatural. La tradición llama a esta situación « pecado original ». Es «pecado» en algún verdadero sentido (-análogo) en cuanto implica privación indebida de la gracia e impotencia para la salvación. Pero debería evitarse esta denominación hoy ya muy am­ bigua y hablar mejor de la Sündenverflocbtenbeit : la urdimbre de pecados que implica a todos, de la situación pecadora del hombre, de la pecaminosidad o empecatamiento universal. c) Semejante situación pecaminosa implica la pertenencia del hombre a un mundo pecador, así como la interna pre-determinación de cada uno por el pecado, antes de su personal decisión. La pecaminosidad radical es rati­ ficada luego por el pecado personal de cada uno [376], d) De este estado de pecaminosidad, situación pecadora o inmersión en el pecado, es liberado el hombre por la gracia de Cristo. Así se borra la «mancha del pecado original». Sin que ello implique la liberación de la lucha y de la tentación [376 s.]. e) Desde el comienzo de la historia el hombre peca. Pero nada más po­ demos concretar. Huelgan ya las viejas afirmaciones sobre el primer hombre, el primitivo estado, el primer pecado, el paraíso, los dones excepcionales de «Adán» [377 s.]. Por consiguiente, para Weismayer el « pecado original » ya no es el pecado primordial cometido por Adán que heredan todos mediante la generación. Adán no tiene la culpa de toda la miseria moral en que está sumergida la humanidad. El pecado original consiste más bien en esa urdimbre de pecados ( =Sündenverflochtenheit) de que está entretejido el humano existir. Nos encontramos aquí con el conocido «pecado del mundo», expresado bajo otra fórmula. Pero la misma idea se expresaría más enérgicamente hablando del empecatamiento general de la humanidad por su propia culpa, de un mundo que, a fuerza de pecar, se encuentra empecatado, hasta que le llegue la re­ dención de Cristo. Esta humanidad empecatada es la que contemplan Pablo, Agustín y Trento como necesitada de redención. Semejante estado de empe­ catamiento tiene todas las características que la teología tradicional exige

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