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60 ALEJANDRO DE VILLALM ON TE Pero en la concepción luterana, el pecado-acto proviene del pecado radical en que todo hombre se encuentra, es su manifestación. El pecado es una situación existencial del hombre, de la persona. También lo es el estar bau­ tizado. Por ello, no puede ser ni la realidad del pecado ni la realidad del perdón objeto de experiencia empírica, sino actos de fe. El hombre expe­ rimenta que, ya esté bautizado ya deje de estarlo, siempre siente en sí el pecado: es para su juicio histórico-empírico, pecador y justo a la vez. Por la fe está seguro de que Dios le ha perdonado, pero experimenta que el pecado sigue viviendo en su ser todo. El diverso concepto de pecado afecta al diverso modo de valorar la concupiscencia remanente después del bautismo. Para Trento no es pecado, mientras la voluntad no la acepte. Para los protestantes la concupiscencia es la retorcida actitud radical del hombre contra Dios, el egoísmo radical, el pecado radical del que brota el pecado actual [76-9]. Resumiendo su comentario B propone estas afirmaciones: — Trento no quiere «dogmatizar» sobre el pecado original, sino refutar el concepto luterano de concupiscencia; y asegurar la eficacia del bautismo. — «Podemos constatar que la contraposición católicos-evangélicos no tiene su raíz en la herejía, sino en la diversa perspectiva y en la forma diversa de interesarse por el hombre de aquella resultante. Ambas opiniones pueden ser interpretadas en forma ortodoxa. Lo herético sería la absolutiza- ción unilateral, exclusivista de cualquiera de ambas vertientes y pareceres. Existe y ha existido siempre la posibilidad de mutua comprensión» [80]. — Para Trento el pecado original consistiría en esto: «El hombre es por su pecado, ya desde los comienzos de la historia humana, absolutamente solidario, con una solidaridad que es más profunda que la proveniente del simple mal ejemplo. No es ninguna coincidencia el que todos los hombres se encuentren el idéntico pecado original, pues todos, con su propio pecado en el que son solidarios, forman ante Dios una única humanidad pecado­ ra» [81]. Ai. Flick-Z. Alszeghy (a. 1972) Señalan, en primer término, el cambio sufrido en la interpretación del texto tridentino, sobre todo a partir de 1950 en que la interpretación entra en una etapa científico-crítica realmente nueva. Iremos viendo cómo la nueva técnica interpretativa consiste, en sustancia, en aplicar a los textos de Tren­ to procedimientos y métodos exegéticos y hermenéuticos similares a los em­ pleados, con evidente éxito, en el estudio de los textos bíblicos 2*. La interpretación de estos aa. se desarrolla en tres etapas: interpreta­ ción filológica, histórica y dogmática. 24. M . F lic k - Z . A ls z e g h y , El hombre bajo el signo del pecado, 153-98.

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