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EL PECADO ORIGINAL. 51 juega un papel secundario en la teología cristiana oriental. En general sigue vigente la explicación del Damasceno: describen con rasgos tradicionales la magnífica figura del Adán paradisíaco. Por el pecado pierde éste el esplen dor de la imagen divina, acarrea sobre la humanidad la pena de muerte (pér dida de la inmortalidad-athanasía), llena de pecaminosidad la historia hu mana. Pero no se habla de «pecado original», sino en casos contados, bajo evidente influjo de los occidentales. Así, pues, «tampoco en el período bi zantino pudo imponerse en la iglesia griega el dogma del pecado original profesado por el occidente» ". M. Flick-Z. Alszeghy ofrecen un resumen sucinto de la enseñanza esco lástica. Las ideas básicas sobre las cuales teologizaron —sin duda con más ingenio que éxito— serían las siguientes, a juicio de estos autores: la «naturaleza» del pecado original, su «pecaminosidad», y su «trasmisión» *2. Todos los grandes maes tros escolásticos están de acuerdo en el becbo dogmático del pecado original. No hacen estudio crítico ninguno sobre realidad tan clara. Respecto a su «esencia» nunca se llegó a un consentimiento generalizado. Todo depende de la manera en que se interprete la palabra «pecado» aplicada al caso del recién nacido. Es conocida la tendencia de Abelardo a dar un sentido amplio, más tenue y equívoco al pecado de los niños. Pero prevalece la tendencia a darle el contenido de pecado verdadero y propio, si bien insistan en distinguirlo netamente del pecado personal. Señalando el defecto básico de los escolásticos dicen estos autores: «Cree mos que toda la discusión escolástica está viciada precisamente por falta de reflexión hermenéutica... se supone que les pertenece a las palabras un cam po semántico constante y bien limitado, y que este campo puede determi narse a priori, reflexionando únicamente sobre la palabra aislada y sobre su aplicación a cualquier escrito pertenenciente a cualquier género literario o «juego lingüístico» 13. Es decir, que su filosofía, de gran valor especulativo, abstracto, esencialista (en sí legítimo) no atendía suficientemente a la histo ricidad y relatividad de toda captación y expresión humana de la verdad. Propiedades éstas que afectan también a los textos emanados del Magisterio y de la Tradición en general. 11 . O. c., 430. Ver también 390-419. 12 . El hombre bajo el signo del pecado, 137. Ver igualmente 131-51. 13. O. c., 149. La observación de Flick-Alszeghy es atinada. Pero hay que tener en cuenta otros factores que «completan» aquella deficiencia y la fundamentan: la falta de una exégesis crítica, la cosmovisión fijista e ingenua, una filosofía exclusivamente especulativa. Sobre el tema ver las observaciones de K. H. W eger, Theologie der Erbsün- de, 9 ss., 31-42.
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