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48 ALEJANDRO DE V ILLALM ON TE U. Baumann se fija, preponderantemente, en algunas reconocidas deficien­ cias que el teólogo de hoy no puede menos de advertir en la teología agus- tiniana del «pecado original» 5. Sus argumentos tomados de la Biblia serían defectuosos, faltos de crítica. Igualmente su recurso a la tradición anterior a la que juzga, con demasiado optimismo, a su favor [32]. La teo­ logía del pecado original como tal, ha dado entrada a elementos provenientes de fuentes extra-cristianas: la doctrina sobre Adán pecador primordial, tiene su pretexto y «posible» fundamento en la Biblia; pero, sobre todo, no puede ocultar la influencia de la gnosis, con su teoría de Hombre primordial (-Urmensch) en el cual están física-biológicamente contenidos todos los hom­ bres. En Adán fue corrompida toda la humanidad como en una «masa peca­ dora-masa de perdición». La solidaridad con Adán es física, todos están con­ tenidos en las razones seminales del primer padre. El «semen infectum» del primer padre se propaga de padres a hijos e infecciona el alma. El concepto de concupiscencia y su desbordamiento y hondura (hasta casi identificarla con el pecado) es un residuo de maniqueísmo; así como su idea de la pro­ pagación del pecado por la generación cargada de libido. La idea de repre­ sentación atribuida a Adán podría tener base bíblica en la idea de la llamada «personalidad corporativa»; pero se le da una explicación jurídica menos aceptable: Dios imputa a pecado la concupiscencia en los no-bautizados, pero no la imputa en los bautizados. La «masa de perdición» es vista como una masa de esclavos bajo la tiranía de satanás, a la cual Dios libera en Cristo. Esta idea y la de la «masa de perdición» son peligrosas, especialmente cuan­ do se las contempla desde un concepto de la elección divina y voluntad salvífica muy restringido 6. Sin embargo, justo es reconocer el mérito incomparable de Agustín al defender el principio de la Sola gratia: la prevalencia de la gracia sobre la iniciativa y posibilidades humanas. Su doctrina sobre el pecado es el reflejo de su doctrina de la gracia y de la redención 1. En varias ocasiones A. Vanneste fijó su atención en la doctrina agustinia- na del «pecado original». A juicio de Vanneste la enseñanza agustiniana debe 5. Erbsünde?, 24-43. El estudio está bien documentado con textos de Agustín y literatura pertinente. Omitiendo otros aspectos de su exposición, nos fijamos en las dificultades que B. percibe en la teoría agustiniana. 6 . O. c., 41. Alude allí a la idea de que la «confesión» del pecado está en la base de su teología de la gracia y del pecado original. 7. Según Baumann, Agustín fracasó en su intento (especulativo) de armonizar la corrupción de la naturaleza humana con la creación de Dios; laobligación del hombre a obrar el bien, con su incapacidad para hacerlo [41]. Fue lástima que el gran doctor, para defender una verdad básica, no encontraseotro recurso mejor que su teoría del «pecado original». E l ardor de la polémica y el cen­ trarse excesivamente en el caso del bautismo de los niños perjudicó la deseable solución de conjunto.

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