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46 ALEJANDRO DE VILLALM ON TE 1 . Estudios sobre el «pecado original» en la patrística A.— ¿Hay una enseñanza sobre el pecado original, antes de Agustín?, se pregunta J. Weismayer. Hay que responder negativamente «si es que se quiere encon­ trar en los autores citados la doctrina clásica o tradicional sobre el pecado original» *. Aunque hay afirmaciones que pueden integrarse en el amplio «complejo doctrinal» que forma la «teoría» tradicional: idea de los dos Adanes, Adán causante de la corrupción y de la pérdida de la inmorta­ lidad en el género humano. Especialmente «la teología griega no presenta vestigios de una doctrina sobre el pecado original». «La patrística griega hablaría más de una «privación» (deprivatio) que de una «depravación» (depravado) al referirse al estado de la humanidad histórica. En una palabra, podemos afirmar que, antes de Agustín (sobre todo en referencia a la pa­ trística griega), se podría hablar de una general pecaminosidad o empecata- miento de la humanidad (Sündenverflochtenheit) pero no de un «pecado original». Pecaminosidad que siempre es vista en relación y dependencia de la obra salvadora de Cristo» [301 s.]. Algunas premisas más inmediatas de la doctrina agustiniana podrían en­ contrarse en Tertuliano y, más aun, en Ambrosio y el Ambrosiaster [302 s.]. El pensamiento de G. Niseno sobre el «pecado original» es complicado, sobre todo si se le quiere «traducir» a nuestras categorías occidentales y actuales. G. Ferrero dedica un breve estudio al tema. Insiste en que, para el Niseno, los males que los hombres sufren han de ser vistos como carencia de los bienes en que fue creado «el hombre» (aquí «la humanidad»-homo universalis). El hom­ bre, por ser imagen de Dios, tiene libertad. Pero ésta es finita y por ello puede caer en pecado. Esta posibilidad de pecar se trasforma en hecho concreto por la «.envidia» del ángel que gobierna el mundo sublunar y terráqueo. Pero el «hombre» que peca es, para el Niseno, no un individuo concreto, Adán, sino el «hombre» pecador y el «hombre» que será redimido. Estamos, pues, ante una humanidad pecadora, pero en una perspectiva bien distinta de la inficcionada por el «pecado original» según la contempla la tradición occidental2. 1 . « Erbsünde » und Sündenverflochtenheit in der tbeologiscben Tradition und in der lebramllichen Aussagen, 299-300. Ver también 281-302. El tema tratado en este cap. hay que leerlo como continuación de lo estudiado en la Sec. I/ V III; Sec. II/X V I y X V II. G. M. Lukken en su obra, más abajo citada, Original Sin in tbe Román Liturgy, aduce numerosos testimonios de los Padres referentes al pecado original y temas con él relacionados. Pero no nos detenemos en ellos, ya que no son objeto directo de su estudio. Los aduce más bien para ambientar los textos litúr­ gicos por él estudiados. 2. G. Perrero, La dottrina della caduta dell’uomo nell «Oratio catechetica magna» di G. Nisseno, 216-24. El Niseno, pues, conoce la universal pecaminosidad-corrupción- mortalidad humana, provocada por la libertad humana histórica (aunque seducida), ya desde el comienzo; pero no el «pecado original». La visión general de la economía de salvación es muy distinta de la agustiniana-occidental.

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