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44 ALEJANDRO DE V ILLALM ON TE Rm 5, 12-21. En esta perícopa, «el objeto de su enseñanza es la universa­ lidad de la redención, de donde deduce la universalidad del pecado... Un pecado original originado que afecta intrínsecamente a todos los hombres aun antes de su decisión personal y que se trasmite por generación, está fuera de la perspectiva de San Pablo. Creo que es urgente despojar a la doctrina católica del «pecado original» de los aditamentos históricos de otras épocas y de otras culturas y volver a un sano realismo bíblico» F79 ]. Bajo otros aspectos D. Fernández insiste: Pablo tiene a la vista los pe­ cados de los adultos, sin referencia ninguna a los niños ; no habla de la trasmisión o herencia del pecado de padres a hijos, ni de la unidad biológica del género humano, aunque la presuponga; sus fórmulas enuncian una ley general, situación o estado universal de pecado o de gracia, pero no entran a individualizar la situación en que cada hombre pueda encontrarse ante Dios como resultado de su relación personalísima con E l 37. Resumimos en pocas líneas lo expuesto en este apartado sobre el pecado original en la Escritura. Comprendemos el riesgo de «decir en cuatro pa­ labras» un contenido tan vario y matizado. Pero, tal vez merezca la pena hacerlo. 1 . Respecto al A.T. ya hacía muchos años que se excluía la presencia en el del pecado original originado. Ahora se afianza la convicción de que no se encuentra tampoco nada referente al pecado originante. Es decir, se elimina del A.T. la «teología de Adán» con todas sus concomitancias. J. Salguero sigue adherido a la tradición más de lo razonable, según pensamos. 2. En referencia al N.T. hay que matizar más las opiniones: a) Son más taxativas en excluir la figura del pecado original del N.T. H. Haag, U. Baumann, D. Fernández. A. Vanneste, al identificar pecado ori­ ginal con necesidad de redención, sería ambigüo, pues esta necesidad se en­ cuentra en cada página del N.T. Ya anteriormente (Sec. I I /X V II I) vimos cómo Gutwenger, Flick-Alszcghy tienen la enseñanza sobre el pecado origi­ nal como no-bíblica. b) Käsemann, Staudinger encuentran que, según Rm 5, 12-21, el Pecado- Hamartía se describe como una «Potencia» que predomina, predetermina, prevalece sobre el hombre y el cosmos con anterioridad a su libre decisión y, sin eliminarla, impone una cierta necesidad— fatalidad de pecar. Pero el N.T. desconocería la figura del pecado original, en sentido preciso. También en el período anterior encontrábamos esta opinión en hombres como Schelkle, Lengsfeld y otros. 37. Cf. 73 ss.; 77. No es, pues, doctrina bíblica, la del «pecado original», 103, 115. Páginas más adelante veremos el pensamiento completo del autor al respecto.

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