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E L PECADO OR IG INAL. 43 Tras estas breves indicaciones nos será más comprensible la conclusión final de Baumann a su comentario a Rm 5, 12-21 : «Pablo rompe el carácter fatal de sus predecesores gnósticos y rabínicos desde el acontecimiento de Cristo. La fuerza del pecado es la fuerza de la personal decisión, lo que tiene de sino es el sino inherente a la historia humana. Pablo previene contra el individualismo, tanto en la perdición como en la salvación. El hombre es incomprensible sin su mundo en el que vive como pecador o como agraciado. La finalidad de Pablo es dejar bien firme la absoluta, escatológica, fatal sobe­ ranía de la comunidad con Cristo sobre la historia de la humanidad. Salva­ ción y perdición son históricas. Pecado y fe son decisión del individuo, de cada uno, en, desde y para la comunidad humana. La conciencia cristiana de comunidad y el personalismo cristiano quedan a cubierto, en forma sorpren­ dente» [231]. También A. Vanneste con su interpretación de Rm 5, 12-21 va haciendo senda para su personal teología del pecado original que más adelante hemos de exponer 36. Rm 5, 12-21 hay que interpretarlo desde Rm 1, 18-3, 20, donde se dice que todos son pecadores y necesitados de la gracia de Cristo. Creer en la acción salvadora de Cristo, «es creer también que todos los que viven fuera de Cristo son pecadores. Reconocerse pecador es la condición primera para poder ser rescatado por Cristo» [24]. Viene, en seguida, la cuestión de ex­ plicar esta universal pecaminosidad de todos. Lo nuevo en Rm 5, 12-21 es el recurso a la antítesis Adán-Cristo para explicar la universalidad del pe­ cado y de la redención. Sin entrar en ulteriores precisiones sobre el origen de este recurso a Adán, lo cierto es que «el estado pecaminoso de la huma­ nidad está necesitado de la redención de Cristo» [29]. Pablo pudo pensar en un Adán individualizado e histórico y en otros detalles de su figura. Lo sustantivo es «que realmente todos tienen necesidad de la gracia de Cristo y, por tanto, todos son pecadores. Esto, esperamos demostrarlo, no implica en modo alguno que, desde nuestro nacimiento, tengamos cualquier mancha que hayamos heredado de nuestro primer padre. A mayores Pablo en este momento no piensa en los niños» [31]. Con relación a Gén 2-3, Pablo ha progresado: por su referencia a Cristo, por haber espiritualizado e interiorizado el tema del pecado: Cristo ha veni­ do a librarnos del mal que el hombre trajo al mundo por su culpa. A tono con el nivel e intención pastoral en que presenta su escrito, D. Fernández opina que no hay que buscar la figura del pecado original en 36. Le dogma du pécbé originel, 23-32. La teoría de Vanneste la expondremos den­ tro de poco. Para Pablo (según Vanneste) se habla de «pecado original» en la medida en que se habla de la necesidad de ser redimido por Cristo.

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