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34 ALEJANDRO DE VILLALM ON TE que se encuentra en un mundo previamente dominado por la muerte y car­ gado de maldición». La alternativa entre voluntad libre y acontecimiento natural es extraña al Apóstol. Incluso los que no recibieron ley están bajo un destino de muerte. «Por ello 12d ha de interpretarse: el mismo pecado actual de cada uno es manifestación del general empecatamiento y, en la misma medida, presupuesto del destino cósmico de muerte: [140]. No se acep­ ta la moderna interpretación existencialj porque: reduce el pecado a la culpa personal y a la culpabilidad de la existencia personalmente responsable; pone entre 12 a-c y 12 d una barrera que no existe; distingue entre tradición y opinión de Pablo y disuelve la cosmología del Apóstol en antropología indi­ vidual. El texto va en dirección totalmente contraria. Pablo no habla pri­ mariamente de acto y de castigo, sino de «potencias» dominantes que atena­ zan a cada uno de los hombres en particular y determinan fatalmente toda la realidad [140]. La antropología es aquí una proyección de la cosmología. La existencia individual no se hace tema de reflexión... Y en la medida en que de ella se hable, se la mira como una concreción, en la esfera de lo personal, del dominio de poderes universales [ 140 s. cf. 143]. Adán y Cristo ambos son portadores del destino del mundo, pero no en igual medida. Tanto en la esfera de Adán (en su eón ) como en la de Cristo, el que decide no es la acción y responsabilidad individual, sino cada uno de los introductores de la era respectiva. Por eso la Gracia tiene aquí el signi­ ficado no de una actitud del ánimo, sino el sentido de una «potencia» que concretiza su operación en los dones que concede [144]. Con todo el Apóstol no ve al hombre en una situación trágica. No puede disculparse, como si no pudiese obrar de otra manera. Es culpable ante Dios. Con su conducta confirma el hombre que está rodeado de un mundo en rebeldía. «Este círcu­ lo entre pecado y destino no se puede explicar racionalmente desde la exis­ tencia individual. Todo es, al mismo tiempo, fruto y semilla. Pablo no ofre­ ce ninguna etiología y por ello empieza inmediatamente con el juicio sobre Adán. El se fija en la realidad de un mundo donde la responsabilidad per­ sonal no es eliminada, pero tampoco puede ser aislada. No somos portadores de la historia como si fuésemos figuras de una tragedia. Precisamente en nuestro obrar somos exponentes de un poder que trasforma el cosmos en un caos » 23. 23. Kasemann, o . c ., 144 s. Este sometimiento cuasi-fatal a la potencia cósmica del Pecado-Muerte es idea básica en la exégesis de Kasemann, reiterada en cada página del comentario. A este respecto oigamos unas palabras de K. K e r te lg e que puntualizan la relación entre las Potencias de perdición (Muerte - Pecado - Ley) y la responsabilidad del hombre: «Pablo contempla a cada hombre, en cuanto miembro de la humanidad, bajo el poder fatal del pecado (cf. Rm 15, 12. 21), pero al mismo tiempo pecador por propia culpa, responsable ante Dios por sus pecados (cf. Rom 2, 12; 3, 23; 8 , 14; 6 , 15; 1 Cor 15, 34). La auténtica trabazón entre esclavización fatal bajo las Potencias

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