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32 ALEJANDRO DE VILLALM ON TE Sin embargo, como el hombre es libre, a pesar de todo, los escritos de la época admiten que se dan hombres justos, que vencen la fuerza del mal [171]. 5) La superación del pecado (172-81). Mencionemos, rápidamente, los medios que se les ofrecían a los escritores moralizantes de aquella época. El pecado puede ser superado (evitado) por la observancia de la ley, por la penitencia, por práctica de buenas obras, por la meditación de la ley, la oración. En otras ocasiones se menciona más explícitamente la necesidad del auxilio de Dios que, sin embargo, no excluye la necesidad de observar la ley. No esperan un Mesías que redima del pecado, en sentido cristiano, ya que tal función la atribuyen a la ley. Por lo que se refiere al origen del pecado según el judaismo intertesta­ mentario, resume Wahle: «Las diversas explicaciones ya indicadas en el A.T. encuentran su cristalización en la literatura intertestamentaria y son aquí desarrolladas. Es digno de notarse que, excepto en textos que están influidos por las ideas de clan y de la personalidad colectiva, no se encuentra punto de empalme para la enseñanza clásica sobre el pecado original. Por el con­ trario, los textos están llenos de la convicción de la universalidad del pecado que impregna toda la especie humana» [181]. 3 El texto clásico sobre el pecado original: Km 5, 12-21 No precisamos ya referirnos a la posibilidad de que en otros textos del N.T. haya alusiones al pecado original. Lo damos por excluido, después de lo dicho en la Sección II/XV . Veamos la opinión de exegetas y teólogos sistemáticos sobre el « locus clasicus» de Km 5, 12-21. A.— La exégesis de Km 5, 12-21. Acudimos, en primer término, al testimonio de los escrituristas : exegetas y cultivadores de la teología bíblica. Del comentario de E. Kasemann a los romanos recogemos algunas ideas más significativas, a nuestro juicio, sobre el tema del pecado original11. La idea fundamental de la perícopa sería que la muerte es un poder que entró en el mundo, domina sobre él (sobre el cosmos y sobre la historia humana) y determina el destino de ambos y con la muerte, el Pecado-«he Hamartia». Pero desde ahora ya la Vida está presente y operante por Cristo. El nuevo eón empezó, contra las ideas corrientes, en el judaismo [132, 137]. No hay sugerencia de que el protoparente decida el destino de los descendientes. Adán-Cristo son figuras 22. An die Romer, 130-150. V e r tam bién en 183-90 el com en t. a Rm 7, 7-13.

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