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E L PECADO ORIGINAL. 27 5. «La doctrina clásica sobre el pecado original no encuentra base nin guna en el Antiguo Testamento [115] (subrayamos). En un estudio monográfico l6, /. Salguero intenta solucionar las dificulta des que la ciencia moderna (sobre todo el poligenismo) presenta a la ense ñanza sobre el pecado original. No podía faltar el recurso al A.T. Su expo sición avanza muy poco sobre lo que ya conocemos de los años anteriores. Recogemos las conclusiones a que llega, más bien como testimonio de la situación en que se encontraba la problemática: — Los relatos de Gen 2-3 no serían propiamente «históricos». Pero tendrían una importancia transhistórica: presentar los designios de Dios sobre el hombre destinado a su amistad, a la felicidad perfecta con Dios [76], — En esta narración parece que el hombre «es, por naturaleza, pecador y con denado a muerte... Aun sin cometer pecados personales, está naturalmente mar cado por el pecado y la miseria... Adán es la causa eficiente de este estado», para el relato yahvista [77], — Lo dicho implica: que Adán sea el antepasado de todos los hombres (el monogenismo), que su pecado lo heredan los descendientes, sea por herencia física o moral. También la decadencia general de la humanidad se debería a este pecado [77 s.]. — En lenguaje sencillo se describiría «cómo el hombre, sin mérito alguno de su parte, fue elevado al estado sobrenatural. Después se narra cómo perdió, por el pecado, este magnífico privilegio» [78]. B.— Testimonio de los teólogos sistemáticos. La teología bíblica ha llegado a su adultez entre los exegetas católicos. Los teólogos se esfuerzan en dar cuerpo a la idea del Vaticano I I de que la Escritura es «el alma de la teología» (OT, 16). Incluso aunque no sean escrituristas «profesionales y especializados», los teólogos sistemáticos se es fuerzan en poseer un suficiente y digno conocimiento de la vertiente bíblica de la doctrina del pecado original. Por ello, nos parece bien aducir aquí algunos testimonios de la aceptación que los progresos de la exégesis están teniendo en la dogmática. Una historia de la teología del pecado original no podrá prescindir de estos testimonios. Anteriormente nos hemos referido ya a las afirmaciones de Flick-Alszeghy al respecto. No insistiremos más en ello ,7. 16. J. Salguero, Pecado original y poligenismo, 41-109. 17. Sobre estos autores hemos hablado en la Sec. II/ X V III. Ver su obra, El hom-
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