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EL PECADO OR IG INAL. 21 Mencionamos, más bien rápidamente, los estudios de los escrituristas- exegetas de profesión y de los teólogos sistemáticos, ya que es indispensable oír la opinión de ambos grupos para tener una visión completa de cómo se releía la Biblia respecto a los textos que interesan a nuestra investigación. A.— El testimonio de los exegetas. Comencemos por H. Haag, ya conocido como audaz pionero de los inves­ tigadores que no encuentran base en la Biblia — especialmente en A.T.— para la doctrina eclesiástica sobre el «pecado original». No conocemos ningún nuevo estudio de Haag dedicado al tema. Pero una crónica sobre la teología del pecado original en los últimos años le ofrece oportunidad, bien aprovechada, para insistir en sus ideas favoritas, mientras va exponiendo y criticando estudios de otros autores Crece por años, dice, la incertidumbre de los teólogos en referencia a esta doctrina. Algunos ponen ya la cuestión radical: «¿tiene derecho a exis­ tir la doctrina del pecado original? ¿no es tiempo ya de decir adiós a una doctrina que erróneamente, desde Agustín — desde hace 1500 años— viene manteniendo la Iglesia occidental?» [261]. Pablo VI sigue insistiendo en la enseñanza tradicional. Un teólogo «avan­ zado», como Rabner, en este punto sigue muy fiel a la tradición. El Catecismo Holandés significa un buen avance. En realidad sería algo del todo nuevo y no se vería ya motivo para que, en su perspectiva, se siga hablando de pecado original[ 269]. Está en contra de la Escritura y de la nueva antropo­ logía y teología y no es consecuente con la antropología y teología defen­ dida por K. H. Weger, cuando, de la solidaridda humana, deriva la existencia del «pecado original» [274]. Baumgartner parece identificar el pecado ori­ ginal con la incapacidad del hombre para salvarse por sí mismo. Haag pre­ gunta si para salvaguardar este hecho cierto no basta la condición creatural del hombre creado por Dios; ¿a qué esta añadidura del pecado original? [275]. Vanneste ha dado un gran paso en la desmitologización de la doc­ trina tradicional; pero no ha sido suficientemente radical al seguir hablando de «pecado original». En su teoría no tendría ya sentido [277]. La opinión del exegeta verterotestamentario Scbabert fue objeto de crí­ tica por parte de Haag como ya sabemos. Ahora insiste: «la obra de Scb, 1 . II. Haag, The Original Sin Discussion, 1966-1971. Sobre Haag mismo y sobre Scharbcrt hemos hablado antes, en el cap. XV ; sobre Rahner en cap. X II y X V III; sobre el «Catecismo Holandés», cap. X IV ; sobre Weger y Baumgartner, en cap. X V III; sobre Vanneste y Baumann lo haremos más adelante. 1. Una vez más: el tema del pecado original en el A.T.

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