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EL PECADO ORIGINAL. 15 A título de hipótesis y como síntesis de su interpretación Micbel propo­ ne: «el pecado original es el símbolo de la condición radical del hombre in­ terpelado por la salvación, que se da en Cristo» [ 121 ], No es que el hom­ bre conozca el pecado original y su condición pecadora y luego busque la sal­ vación, sino que, desde la vivencia de la salvación concedida, se le revela su previa condición pecadora [121], La experiencia de estar-salvado se tor­ na en principio hermenéutico de la situación anterior de no-salvación [ 122 ], Por lo que se refiere a la historificación del símbolo notemos, además, que éste no quiere explicar propiamente el origen genético o dar la razón de por qué está ahí el pecado, el mal. Sencillamente narra que éste proviene de la decisión humana, no de Dios, cuyos designios son de salvación [ 122 ], El mismo A.T. nos ofrece ya una base para valorar con precisión la narra­ ción de Gén 2-3. El libro de Job trata, en el fondo, el mismo problema: el mal que aflige al justo, los males de la vida; pero da otra solución. Gén 2-3 parece explicar el mal de ahora por lo que pasó in illo tempore, en el tiempo originario. Job deja la solución hundida en la oscuridad de un misterio que sólo por la fe tiene «solución». Además, la solución protológica al problema del pecado está contrarrestada por la solución escatológica que insinúa el profetismo, por ej., Is 11 y 25: la solución al problema del mal está en el porvenir, en el día del Señor que vendrá. En cualquiera de los casos la solu­ ción no es tan divergente: Gén 2-3 deja las cosas en misterio. La solución de Gén 2-3 es, en última instancia, imprecisa y misteriosa, a estilo de la de Job. Y el recurso a la solución protológica no es muy distinta de la solución escatológica, por la correspondencia entre principio-fin (-Urzeit-Endzeit), el alfa y la omega [125]. Micbel piensa que, en realidad, él no ha hecho más que seguir la absor­ bente perspectiva cristocéntrica de Rm 5, 12-21. Pablo mira a Adán desde Cristo. Incluso aunque Pablo no hubiese des-historificado suficientemente a Adán, habría puesto en nuestras manos el instrumento para superar la histo­ rificación abusiva: el principio hermenéutico cristocéntrico 17. P. Gibert opina, en forma similar que, para hacer creíble hoy la doctrina del pecado original hay que darle un enfoque adecuado 1S. 17. Citamos todavía las últimas frases en que Michel resume su pensamiento: «El pecado original es el símbolo de la condición radical del hombre interpelado por la sal­ vación, Jesucristo. Expresa la condición religiosa del hombre y no dice referencia a una condición histórica ( historisch ) de la humanidad, tarea de la ciencia. Conviene no hacer del pecado original un avatar, en el plano de la mera naturaleza. Ni naturalización ni historificación... La repulsa o al menos el descrédito del pecado original proviene, sobre todo, del afán apologético de ponerlo por encima de la misma historia de salvación. La segunda aporía que hemos querido denunciar es la descritologización a que, a veces, le ha sometido la teología» [135]. Sólo para manifestar la Gracia se revela el enigma del pecado: lo primordial es, pues, la Gracia. 18. P. G ib e r t , Croire aujourd’hui au peché origine!. Sus reflexiones tienen una

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