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EL MATRIMONIO. 5 2 1 no habría ayudado nada la legislación eclesiástica hasta ahora vigente (!). La futura parece tomar algo más en cuenta la necesidad de resaltar ante los contrayentes el contenido sacrarnenal del matrimonio y que casarse por la Iglesia es optar por Cristo en toda la dimensión de la vida matrimonial. La crítica a la ley eclesiástica de que «no tiene corazón» puede encerrar el peligro de confiarlo todo a un sentimiento sin ley (o lo podemos dejar como simple frase). L o s v a lo r e s c ristia n o s d e l m a tr im o n io s e g ú n lo s S a n to s P a d re s fueron tema de Ignacio O ñatibia —profesor de la Facultad de Teología del Norte de España, Sede de Vitoria— , quien señaló la progresiva toma de conciencia de los escritores cristianos respecto a la novedad significativa y real de la unión matrimonial para los discípulos de Cristo. El desarrollo de la teología del matrimonio en los Santos Padres no parte radicalmente de una interpre­ tación desenfocada del «mysterion» paulino, sino que la convergencia vital de cristianismo y matrimonio sugiere ya una transformación semejante a la de la gracia bautismal en el individuo que se bautiza. Para iluminar y refor­ zar esta visión se aducen los pasajes bíblicos de Gn 2, Cana (Jn 2, 1 ss.), la presencia especial de Cristo cuando dos se reúnen en su nombre (Mt 18, 20) y la perícopa paulina de Ef 5, 21-32. El recurso al simbolismo paulino ten­ dría gran importancia, con el punto de apoyo en la teología patrística de la imagen, de más fuerza que el medieval «signum rei non contentae» y que bien podríamos calificar —es sugerencia mía— de riquísima «teología des­ criptiva» de la sacramentalidad. Apreciar en este simbolismo la exigencia de unidad, indisolubilidad y santidad del matrimonio cristiano es ya consecuen­ cia de una reflexión sencilla. Aunque la dimensión personalista de la con­ cepción del matrimonio no adquiera en los Santos Padres el relieve que tiene el fin de la procreación, no faltan alusiones de profundo sentido amo­ roso en que la comunidad conyugal es considerada como una imagen de la Trinidad o de la entrega de Cristo a su Iglesia. Mons. Antonio B riva M iravent , obispo de Astorga y Presidente de la Comisión de Relaciones Interconfesionales, habló de L o s m a tr im o n io s m ix ­ t o s y d e d iv e r sa s s itu a c io n e s d e fe . Las experiencias positivas —matrimonios en que reine la alegría de vivir el ecumenismo— son reducidas. Y es difícil en la situación española encontrar grupos de matrimonios mixtos que pue­ den intentar un intercambio vivencial de esa condición peculiar de sus vidas. En el mejor de los casos, de fidelidad a las propias creencias, tendrán que salvar múltiples obstáculos, desde la misma concepción del matrimonio has­ ta la moralidad íntima del mismo, el problema de la educación de los hijos y las normas propias de cada iglesia. Por ello se comprende que la Iglesia Católica sea reacia a los matrimonios mixtos. Sin embargo, no puede menos de abrirse a ciertas facilidades por razón de coherencia con la situación socio­ lógica de los tiempos. Por una parte no será lícito silenciar las graves com

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