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P E N S A M IE N T O Y V ID A E N E L . 5 0 5 Esta exposición somera hace ver al lector la importancia de este estudio al que damos nuestro parabién. Algunas observaciones nos permitimos para incitar al autor a ulteriores investigaciones. La primera se refiere a la dua­ lidad de materia que admite en Plotino. No se ve cómo se pueda compa­ ginar esta interpretación con lo que se afirma de la materia en este sistema, como mundo de tiniebla, tan alejada del Uno cjue éste no puede hacer llegar a ella su influjo. Esto está pidiendo una aclaración ulterior. Nos permitimos también indicar que el texto agustiniano que se cita en la página 23, n. 76, no se lee en las C o n fe s io n e s . Creemos que no se puede leer. Es un texto pu­ ramente aristotélico. Si fuera agustiniano habría que rectificar lo que se escribe sobre el desconocimiento que san Agustín tiene de Aristóteles. Este texto recogería una de las definiciones más clásicas del Estagirita. Nos permitimos una observación final que juzgamos fecunda. Se refiere a un silencio de A. Pérez Estévez. Este silencio pudiera motivar una obje­ ción contra la escuela franciscana por poner en peligro la u n id a d d e l c o m ­ p u e s t o h u m a n o , dado que sus componentes, materia y forma, son ya dos realidades en acto. Para facilitar la respuesta a la objeción nos permitimos indicar que, hoy en España, X. Zubiri admite en el compuesto humano tres entidades en acto que mutuamente se completan en una única realidad sus­ tancial, o por mejor decir, sustantiva: q u im is m o , s en s ib ilid a d y ra cio n a lid a d . ¿Es inadmisible toda otra unión sustancial que no se halle en función de materia, como pura potencialidad, y forma, como principio determinante? Sirva esta reflexión para mostrar nuestra simpatía hacia este estudio pro­ metedor que muestra a plena luz la actualidad de los grandes temas pro­ puestos por los doctores franciscanos de la edad media. 4. La F u n d a ció n U n iv e r sita r ia E s p a ñ o la organizó una serie de conferen­ cias en Madrid con motivo del centenario del doctor Seráfico. Estas se reco­ gen en un pequeño volumen, bajo el título, S an B u e n a v e n tu r a 4. Hace la pre­ sentación de las mismas P. Sáinz Rodríguez quien pone en relieve la figura estelar y «sin enemigos» de san Francisco, que se hace pensamiento y doc­ trina en san Buenaventura. La primera conferencia de Manuel de Castro, L a en s e ñ a n za d e san B u e ­ n a v en tu r a en E sp a ñ a , tiene el mérito de ser un trabajo de primera iniciación sobre un tema sin tocar. Después de un breve resumen de las relaciones que san Buenaventura tuvo en vida con lo español, expone los avatares emocio­ nantes de los escritos de F r. G il d e Z a m o r a . Entre ellos se encontraba una vida de san Buenaventura. Dada la relación de este zamorano con el santo doctor, esta vida vendría a ser un documento excepcional sobre el mismo. Por desgracia, parece ser que se ha perdido irreparablemente. Pasa luego M. de Castro a relatar la penetración de las obras de san Buenaventura en Es­ 4. Manuel de Castro - Alvaro H u e r g a - Melquíades Andrés, San Buenaventura, Madrid, Fundación Universitaria Española 1976, 13,5 X 21, 140 pp.

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